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Los estragos de la inflación
Julio Serrano*
Tras décadas de relativa estabilidad, la inflación en México se ha disparado recientemente. Durante el último año, los precios al consumidor han aumentado 8% según Inegi, casi el doble del promedio de los últimos 20 años. Aunque nadie está inmune a los estragos de la inflación, los más afectados son los pobres.
A diferencia de los periodos de hiperinflación que vivimos en el siglo pasado, los detonantes del alza de precios en esta ocasión son externos. La guerra en Ucrania ha provocado que los precios de la energía se multipliquen. Los problemas en las cadenas globales de suministro causados por el covid también han contribuido al incremento, al igual que los enormes estímulos fiscales y monetarios que se implementaron en la mayoría de los países para combatir los efectos de la pandemia.
No es consuelo, pero la inflación está pegando en todo el mundo y México no es uno de los países más afectados. La de Estados Unidos, por ejemplo, es mayor que la nuestra. Ayer se dio a conocer que los precios subieron más de 9% en el último año en aquel país.
Aunque la inflación se captura con un número oficial que engloba una canasta de productos y servicios (el INPC, en el caso de México), lo cierto es que cada uno tenemos nuestra propia inflación dependiendo de lo que consumimos. El precio de los alimentos, por ejemplo, subió más de 13% en el último año, por lo que entre más alta sea la proporción de nuestro gasto en estos productos mayor será el golpe inflacionario. Este es el caso de los más pobres. La Cepal estimó que la creciente inflación en México puede provocar que 1.6 millones de personas caigan en pobreza y que si la inflación se acelera más de lo previsto la cifra puede aumentar a 2.5 millones.
El golpe es doble puesto que el remedio para combatir la inflación genera también un daño colateral de corto plazo. Banxico no tiene más opción que subir las tasas de interés para enfriar la economía y así romper con la dinámica inflacionaria. Actualmente, la tasa de referencia se ubica en 7.75% y hay analistas que anticipan que alcance hasta 10% a finales de año. Son tasas elevadas e implican que todo tipo de créditos (corporativos, hipotecarios, al consumo) se encarecerán de manera significativa.
Es probable que el freno que le pondrá Banxico a la economía para bajar la inflación sea tan fuerte que provoque una recesión, lo que a su vez involucrará la quiebra de empresas y la pérdida de empleos. Los más afectados de una fuerte crisis económica pueden ser, otra vez, los pobres.
Existe, por otro lado, la posibilidad de que las presiones inflacionarias externas empiecen a diluirse. Ya estamos viendo el precio del petróleo por debajo de sus máximos y las cadenas globales de suministro empezarán a reactivarse. Los gobiernos ya no están estimulando sus economías. Todo esto ayudará a reducir la inflación y podrá evitar que Banxico eleve demasiado las tasas de interés. Por el bien de todos, y en especial de los pobres, espero que así sea.
*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada en Milenio el 14 de julio de 2022.