Foto: Vecteezy
La polarización y costo en el debate político
Julio Serrano*
López Obrador es un Presidente que polariza, en gran medida por estrategia. Buena parte de la población o lo adora o lo detesta. Es difícil encontrar medias tintas.
Este extremismo se extiende a la esfera política. López Obrador y sus aliados descalifican por completo a la oposición, culpándola de todos los males de México. Por su parte, la oposición tacha al Presidente de populista y lo acusa de llevar al país a la ruina. Como suele suceder en estos casos, ambos polos se equivocan. La verdad está en algún lugar de en medio (aunque esto no significa que no esté mucho más cerca de un extremo que del otro en ciertos casos).
Puede que la polarización le reditúe al Presidente en términos políticos, pero genera graves problemas. Arriba de la lista está la tensión social que provoca. Otro, menos discutido, es la falta de debate serio en temas de trascendencia nacional.
La permanencia del Ejército en las calles es un claro ejemplo. En lugar de exponer los pros y contras de esta iniciativa, promotores y detractores están tan radicalizados que casi lo único que he escuchado son acusaciones. Perdidos están los argumentos racionales que van al fondo de la profunda problemática de inseguridad que enfrenta el país. El debate se reduce a “buenos” y “malos”.
Yo estoy convencido de que el Ejército no puede asumir permanentemente una labor de seguridad pública y que esa responsabilidad debe de estar en manos de civiles, tal como lo marca la Constitución, pero al mismo tiempo no veo viable la opción de que se le retire de inmediato de las calles para dejarle el campo libre al narco. La realidad es que el Ejército ha estado activo en labores no tradicionales con el PAN en el sexenio de Calderón y con el PRI en el de Peña Nieto. Ahora resulta que estos partidos están indignados de que se busque regularizar su presencia. La misma hipocresía se le puede atribuir al Presidente, quien dio un giro de 180 grados en su rechazo pasado a la militarización del país.
¿Dónde están los planes alternativos del PAN y del PRI? ¿Qué proponen en lugar de tener al Ejército combatiendo al poderoso narco? ¿Por qué López Obrador piensa que su propuesta es perfecta y no acepta ningún cambio?
Supongo que asumir en público posturas radicales y descalificar por completo la de los contrarios sin argumentos de peso es parte de la estrategia política y responde a la polarización que existe en la población. Ambas partes quieren posicionarse electoralmente. El problema es que la falta de debate político de altura nos priva a los ciudadanos de entender mejor la situación y de formar un criterio más informado. Es difícil saber qué es lo que más le conviene a México.
Mientras tanto, y pese al poco conocimiento público del tema, el Presidente planea realizar una de sus consultas (no vinculante) a principios del próximo año. Su objetivo es ejercer presión a la oposición para aprobar su iniciativa y, si esto no es posible, ganar algunos puntos electorales en el camino.
*Integrante del Consejo directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 29 de septiembre de 2022.