Foto: Reporte Índigo
Una marcha de esperanza para la oposición
Julio Serrano*
No sé si la marcha del domingo logró su cometido de frenar la reforma electoral de López Obrador, pero se consiguió algo no menos importante para la oposición: revivir la esperanza de ganar las elecciones de 2024.
El ánimo de los opositores del Presidente estaba por los suelos tras la votación del PRI a favor de mantener el Ejército en las calles y la subsecuente disolución de la alianza Va por México. Por su parte, López Obrador pasa por buen momento: manteniendo su popularidad, viendo aprobar sus reformas y gozando de una economía más fuerte de lo esperado.
La marcha vino a cambiar la ecuación. De repente, se volvió a ver unidad en la oposición. Miles de personas de distintas corrientes políticas caminaron codo a codo bajo una causa común. Participaron sociedad civil, políticos, empresarios. El movimiento no se limitó a Ciudad de México, se extendió a todo el país.
No soy ingenuo, las perspectivas de que la oposición retome la presidencia siguen bajas. Ausentes en la marcha del domingo estuvieron los sectores populares, quienes representan la base de apoyo de López Obrador y que son mucho más numerosos que los que sí participaron. Ya veremos el poderío del Presidente en su marcha del 27 de noviembre.
A diferencia de la semana pasada, se vislumbra una esperanza y eso es algo muy poderoso. Es lo que puede motivar a empresarios, por ejemplo, a tomar un papel más activo y apoyar a la oposición. Es lo que puede incitar a activistas a echarle más ganas. La esperanza envalentona a la gente (ahí está Ricardo Monreal pronunciándose contra una “regresión electoral”) y reanima los ánimos de colaborar (ahí está la posibilidad de reactivar la alianza legislativa).
Aunque la marcha contribuyó a aumentar las posibilidades de que la reforma electoral del Presidente no pase, una victoria está lejos de ser inminente. No hay que olvidar que López Obrador es el mejor político de México y aún tiene varias cartas que puede utilizar para lograr su objetivo.
Está el PRI, por ejemplo. Es cierto que su dirigente afirmó que protegerá al INE; sin embargo, ya hemos escuchado promesas que no se han cumplido ante la presión del gobierno. Después está el nombramiento de cuatro consejeros del INE que terminan su periodo constitucional el próximo año y que, aunque en teoría no los designa López Obrador, sí puede influir. Otra poderosa carta es el presupuesto. Puede que el INE se quede como está gracias a la marcha, pero si el Congreso (controlado por Morena) no le asigna los recursos suficientes, quedará débil. Además, el Presidente ya habló de un plan b en caso de que se rechace su reforma electoral.
Veremos si la marcha representa un parteaguas, Pero lo que es innegable es que generó una chispa que puede darle un muy necesario empujón a la oposición en lo que se vislumbra como una misión casi imposible.
*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 17 de noviembre de 2022.