Autos chocolate: no es blanco y negro
Julio Serrano Espinosa*
López Obrador propuso y el Congreso aprobó la regularización de millones de vehículos que entraron al país de manera irregular. Las críticas han llovido con una gran intensidad. Entiendo los argumentos, pero el tema es más complejo de lo que parece a primera vista.
Claramente los autos chocolate generan efectos nocivos. El sector automotriz formal pierde al tener que enfrentar competencia desleal. La Asociación Mexicana de Distribuidores Automotrices (AMDA) estima que el valor de mercado de los vehículos legales en circulación puede devaluarse hasta 20% a raíz de la legalización de los autos chocolate, lo que afectará el patrimonio de quienes sí siguieron las reglas. Asimismo, la AMDA sostiene que la medida es un premio a las mafias y a la burocracia que las tolera.
El gobierno también pierde al no haber recibido los impuestos (IVA e ISR) que aporta la venta de autos legales en el país. Peor, es un pésimo mensaje para quienes cumplen con la ley.
Antes de que los detractores de regularizar los autos chocolate se pregunten por qué no estoy completamente de su lado, me gustaría hacer una analogía, aunque reconozco que imperfecta, con lo que pasa con los millones de mexicanos que viven en Estados Unidos sin papeles.
En términos legales, no deberían estar ahí. Entraron sin permiso. No obstante, existen razones de peso para defender su permanencia y abogar por su regularización (y no solo porque son nuestros connacionales). Quizá la más contundente es que deportar a los cerca de 5 millones de mexicanos indocumentados que residen en EU sería imposible. Lo mejor para nuestro vecino del norte y, por supuesto, para nuestros compatriotas es que reconozcan esta realidad y que los legalicen.
Tenemos que ser realistas también con los autos chocolate. De acuerdo con el Inegi, del parque vehicular total de 50 millones de vehículos, 35% es ilegal; es decir, 18 millones. Pensar que el gobierno puede persuadir a sus dueños de deshacerse de estos coches es una fantasía. Mejor pensar en cómo resolver el problema.
Para defender su decisión, el Presidente mencionó que varios delitos se cometen con este tipo de vehículos, pero al no tener un registro, es difícil rastrearlos. Cierto. Justificó también la medida como una forma de recaudar dinero para pavimentar las calles en mal estado de los estados fronterizos. Regularizar un vehículo costará dos mil 500 pesos, por lo que los recursos obtenidos pueden ser significativos.
Vale la pena mencionar que López Obrador no es el único que ha regularizado los coches chocolate. Se ha hecho en varias ocasiones en el pasado. En 2005, por ejemplo, se publicó un decreto federal en este sentido.
Me queda claro que la iniciativa tiene un lado político. Regularizarles los coches a millones de personas seguramente se traducirá en buena voluntad hacia el partido en el gobierno, lo cual podrá traducirse en votos para las próximas elecciones. Aún así, esto no significa que la opción de hacerlo no tenga cierta justificación.
*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Columna publicada originalmente en Milenio el 14 de septiembre de 2021.