Crédito: Arena Pública

¿Corrección política o de errores?

Rodolfo de la Torre

El estilo rústico de la administración actual será sustituido por una presidencia comparativamente refinada. Esto comienza a verse en la conformación del nuevo gabinete. Sin embargo, aunque esto abre nuevas oportunidades para aprovechar el cambio de régimen no necesariamente garantiza un buen desempeño gubernamental, pues se puede dar continuidad a los fracasos e iniquidades del gobierno de forma elegante.

La administración de López Obrador no se inclinó particularmente por el conocimiento experto, las políticas basadas en la evidencia o los datos verificables. Tampoco se distinguió por favorecer la transparencia, combatir el ‘capitalismo de cuates’ o investigar la corrupción en su círculo más cercano. También su inconsistencia o incumplimiento en objetivos centrales de gobierno han sido notables.

El fracaso del INSABI es un ejemplo de actuar sin diagnósticos y descuidar hechos básicos como los requerimientos presupuestales. El quebranto por más de 15 mil millones de pesos de SEGALMEX y la exculpación presidencial de su director es un caso flagrante de oscuridad en el uso de los recursos y tolerancia a la corrupción. La militarización de actividades antes reservadas a civiles es un abandono descarado de lo antes prometido.

La virtual presidenta electa Sheinbaum no ha dado muestras de esta tosquedad. Enaltece las credenciales académicas, comenzando por las suyas, y le gusta hablar de la ciencia. Es más sutil al manejar información que le incomoda, como las cuentas familiares en paraísos fiscales o sus propiedades inmobiliarias. Parece sincera en dar continuidad a cuestionables políticas de la administración actual, lo que no anticipa sorpresivos arrepentimientos.

El anuncio del nuevo gabinete muestra que ya no se confronta de forma rudimentaria la experiencia y capacidad con la honestidad. En la columna vertebral de la futura administración tenemos a una secretaria de Gobernación políticamente experimentada y a un secretario de Hacienda que a su capacidad suma horas de vuelo. En el resto del gabinete ya no es extraño se empaten las credenciales y la experiencia con la actividad a realizar.

Lo que no parece encontrarse en el equipo de la futura Presidenta es una figura cercana a ella que le dé una visión global de la nueva realidad política, económica y social que se puede conformar con la virtual capacidad para cambiar la Constitución. Un personaje así era innecesario para un presidente anclado en la intransigencia y la nostalgia. No lo es para quien sin anacronismos puede redefinir las bases institucionales del país.

En contraste, abundan los funcionarios de la continuidad operativa. De los 18 futuros secretarios de estado la mitad provienen del gobierno o de la dirección de Morena durante la administración de López Obrador. Si bien en ese grupo hay casos de títulos y pericia en sintonía con la cartera a ocupar, es más bien en las caras nuevas donde se percibe un mayor cuidado en el cual la capacidad supera el arcaico 10% lopezobradorista.

En la conformación del gabinete hay buenos y malos augurios. Económicamente, se busca la estabilidad, pero se desconoce cómo aprovechar el potencial de crecimiento. Políticamente, se desea limitar el crimen organizado, pero no con una gobernabilidad democrática. Puede continuar la exitosa política laboral, pero también programas sociales más orientados a la rentabilidad electoral que al bienestar de los más pobres.

En cada área de la administración pública existe el potencial para repetir errores, particularmente en la participación del ejército en la vida pública y en continuar el deterioro educativo, o de corregirlos, especialmente dando un giro a la política energética y reconstituyendo el sistema de salud. Hasta ahora, las nuevas formas no dan garantía alguna de que se conservará lo que funciona y se modificará lo que ha fracasado.

El sello propio de la futura Presidenta puede ser una necesaria corrección de curso o una forma de repetir errores adornada de corrección política

* Director de Movilidad Social del CEEY. Columna publicada en Arena Pública el 7 de agosto de 2024.