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Crimen organizado y movilidad social

Roberto Vélez Grajales1

Una entrevista reciente que Elena San José le hizo a Diego Castañeda, publicada en El País con motivo del lanzamiento del libro Desiguales (Debate, 2024), se encabezó con la siguiente afirmación del autor: «La violencia se ha vuelto en México un mecanismo de movilidad social». El dicho impacta. Diego se refiere al crimen organizado. Eso implica varias cosas: una, que el contrato social establecido ya no resulta funcional para toda la población, es decir, que el Estado mexicano resulta inoperante; otra, que su alternativa es un modelo extractivista que se acompaña de costos sociales, como la inseguridad y la salud públicas. Esto también significa que las personas estarían realizando acciones individuales sin considerar las implicaciones colectivas. Por todo lo anterior, resulta importante ahondar en distintos aspectos en torno al encabezado y a la declaración. 

Un primer punto que se debe abordar es la definición propia de movilidad social. Asumo que se plantea desde una perspectiva general, en la que la experiencia de movilidad implica un ascenso social con relación al hogar de origen. Es decir, se trata de una noción absoluta del término. Dicho eso, concentrémonos en el argumento. Si planteamos que, como lo especifica Diego en su explicación, el crimen organizado se ha convertido en un mecanismo de movilidad social, entonces, se esperaría que eso arroje una mayor frecuencia y un mayor alcance de logro de las personas en comparación con una actividad distinta. Es decir, que por cada cien personas que se involucran en el crimen organizado, en comparación con la misma cantidad en una actividad distinta, el número de las primeras que superan el logro socioeconómico de sus padres es mayor en frecuencia y en alcance al observado para las segundas.

El tercer punto por tratar tiene que ver con la definición propia de logro socioeconómico, que, aunque no es abordado por Diego, se encuentra implícita en la discusión planteada. Me explico. Si pensamos en términos de ingresos, resulta muy distinto definir como logro socioeconómico el punto máximo alcanzado en el curso de vida que referirse a un promedio a lo largo de la vida laboral de las personas. Pero, incluso, si lo que se hace es usar el promedio, no es lo mismo que este resulte de una trayectoria de 10 que de 30 años. Traigo a colación lo anterior, entre otras cosas, por el riesgo mayor, en este caso de muerte, que conlleva dedicarse a una actividad dentro del crimen organizado, como el propio Diego reconoce en su declaración.

El cuarto punto que quiero comentar tiene que ver con la noción de elección por parte de las personas. En ese caso, Diego plantea la ruta del crimen organizado como una posible «estrategia viable». Sin embargo, hay que recordar que en el caso mexicano, dada la alta desigualdad de oportunidades vigente, el espacio de elección viable, o efectivo, no es el mismo para todas las personas. En otras palabras, para algunas personas no se trata de una elección entre varias opciones, ni siquiera de una disyuntiva.

Finalmente —y creo que mucho de la discusión se centra en este quinto y último punto—, quiero señalar que es importante diferenciar entre percepción y probabilidad de experiencia de la movilidad social. Tal vez, independientemente de todo lo que he mencionado antes, puedo coincidir con Diego, si de lo que se trata es de evaluar al crimen organizado como mecanismo de movilidad social desde la percepción de las personas. Si la figura de referencia es un criminal exitoso y longevo, con múltiples ganancias personales y económicas, es posible que realmente las personas crean que esa actividad es una ruta viable. Sin embargo, la percepción puede cambiar por completo si a lo que se enfrentan es a una batería de hechos que les muestre que la probabilidad de alcanzar un logro de tal envergadura es casi equivalente a la de sacarse la lotería. Ahí, la respuesta se encuentra en torno a cuál es la narrativa que va ganando.

Ya con la promesa del propio Diego Castañeda de próximamente presentar avances de una investigación al respecto, espero que estos breves comentarios abonen a la discusión y nos permitan dimensionar la gran problemática social que conlleva el que el crimen organizado se constituya en un mecanismo de movilidad social en nuestro país.

* Columna publicada originalmente en Aristegui Noticias el 4 de abril de 2024. 

1Director ejecutivo del CEEY. X: @robertovelezg