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Cuidado con el alza al salario mínimo

Julio Serrano*

Es difícil estar en contra del aumento recién aprobado de 20% al salario mínimo para 2023. El poder adquisitivo de los que menos ganan ha estado rezagado por décadas. Es una cuestión de justicia que se recupere y parece existir un consenso entre el gobierno y los sectores laboral y empresarial para lograrlo. Pero estamos llegando a un punto en el que aumentos tan pronunciados pueden tener efectos negativos en la economía.  

En los 40 años anteriores de que López Obrador asumiera la presidencia, el poder adquisitivo de los millones de trabajadores que ganan un salario mínimo perdió más de 70%. Hay que darle crédito al Presidente por su capacidad de posicionar el tema como prioridad social de su administración y de convencer (por las buenas y por las malas) a los empresarios a apoyar los fuertes aumentos que ha propuesto. A partir del inicio de su sexenio, el salario mínimo se ha recuperado 90% y se espera que para cuando termine se haya recuperado la totalidad. El subirlo se ha vuelto una causa común y nadie quiere ser percibido como insensible a las necesidades de los trabajadores menos favorecidos. 

Sin embargo, que la medida sea popular no significa que sea una panacea. Los costos económicos de los elevados aumentos al salario mínimo han crecido con el tiempo debido a que cada vez más trabajadores lo ganan. La razón es que muchos de los que ganaban un poco más que el salario mínimo en el pasado ahora ya se ubican en ese segmento (6.4 millones según la secretaria del trabajo).  

Esto significa que el impacto de los ajustes se está magnificando. Para los que menos ganan son buenas noticias. El problema es que, para muchas empresas, y en particular para las pymes, los costos laborales se están volviendo muy pesados. No hay que olvidar que gran parte del sector empresarial fue golpeado por la pandemia. También ha sufrido a raíz de cambios legislativos que les han aumentado su carga laboral (como el aumento en el número de días de vacaciones y la mayor aportación patronal a las cuentas para el retiro de los trabajadores).  

Una consecuencia posible es que las empresas despidan gente. La mano de obra funciona como cualquier bien: si su precio sube, lo natural es que baje la demanda. Habrá empresas y trabajadores que recurran a la informalidad. 

Más delicado aún es el peligro de la inflación. El aumento de 20% en los salarios mínimos puede servir de referencia para que otros trabajadores pidan alzas similares, y las empresas pueden buscar transferir el aumento en sus costos laborales a un alza de precios. El propio Banxico ha alertado sobre un posible impacto inflacionario por el aumento en los salarios mínimos si no viene acompañado de un incremento en la productividad.  

La apreciación del salario mínimo es uno de los mayores logros de López Obrador y estoy seguro que le sacará el mayor jugo electoral posible, pero existe un peligro real de que los costos relacionados empiecen a causar estragos en la economía. 

*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 8 de diciembre de 2022.