De la Edad Media al presente: ¿nada nuevo bajo el sol?
Las diferencias entre las sociedades de la Europa medieval —y en realidad, de todo el mundo de esas épocas— y las actuales son, a simple vista, abismales. Cuando pensamos en la Edad Media, vemos un panorama de marcadas jerarquías, con estratos sociales bruscamente delineados y un control absoluto de las vidas de la población en general ejercido por aquellos en el poder. Si comparamos las condiciones de vida de aquellos tiempos con las condiciones contemporáneas, es fácil ver dos mundos completamente distintos.
La injusticia, el abuso y la desigualdad son algunas de las características que asociamos con esa era de señores feudales y gobiernos monárquicos, pero, ¿cómo era la situación en términos de movilidad social durante los últimos siglos del medioevo? Gregory Clark, en su más reciente libro, El sol no sale para todos, aborda el tema mediante un agudo análisis de los nombres familiares de diversos grupos en Inglaterra, tanto de las clases altas como de las medias, desde su conquista por el normando Guillermo I hasta nuestros días.
Un fenómeno que destaca por ir en contra de nuestra intuición es el hecho de que las tasas de movilidad social en la Edad Media no son muy diferentes a las actuales (de hecho, llegan a ser más altas en ciertos periodos) una vez que se integra el estudio de los apellidos al análisis. Es incluso visible que, a pesar ser un proceso notoriamente lento y con una alta correlación intergeneracional, no deja de existir una continua regresión a la media, indicando que existe un componente hereditario de gran peso en la movilidad.
Lo que distingue a las sociedades actuales de las pasadas, en términos generales, no es el ritmo de la movilidad sino los cambios en los sistemas económicos y gubernamentales, los avances en materia de tecnología y atención a la salud de la población, los esquemas de redistribución de la riqueza y las acciones enfocadas en la eliminación de la desigualdad y la exclusión. Afortunadamente, la balanza de las oportunidades de crecimiento y prosperidad está más equilibrada y, en ese respecto, hay mucho nuevo bajo el sol.
Sin embargo, al final del día, el progreso social, económico y tecnológico impulsado por la Ilustración, la Revolución Industrial y otros movimientos que han incidido en un sinnúmero de beneficios y mejorías en la calidad de vida de las personas, no ha tenido mayor impacto en la movilidad social que, antes como ahora, sigue caminando a paso lento.