Foto: Infobae

Desarrollo Humano y Covid-19

Rodolfo de la Torre*

Las ganancias combinadas en salud, educación e ingreso en el mundo, durante la última década, serán prácticamente borradas en 2020 por los efectos del COVID-19, de acuerdo con lo proyectado en el último Informe sobre Desarrollo Humano publicado esta semana por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

México, que tuvo un desempeño semejante al promedio mundial hasta antes de la pandemia, no será inmune a las secuelas de la catástrofe mundial y deberá de reorientar su políticas.

De acuerdo con el PNUD, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que amalgama los logros en esperanza de vida, escolaridad e ingreso nacional, habrá perdido a nivel global cerca del 4% de su valor, una cifra que no parece considerable, pero que regresa los niveles de desarrollo a lo que se tenía en 2010. Un retroceso semejante en México representaría también una década perdida.

La caída en el desarrollo humano está asociada a un aumento de cerca de 117 millones de personas en el planeta sufriendo hambre en 2020, a los que se podrían sumar 96 millones adicionales en la siguiente década.

Esta tragedia no se distribuirá igualmente en el globo, pues recaerá desproporcionadamente en el sur de África y de Asia. Sin embargo. América Latina, y México en particular, pueden sufrir casos extendidos de esta situación, pues la población indígena presenta mayor riesgo de enfermar de neumonía, ser hospitalizada y morir.

Otro efecto de la pandemia en el mundo ha sido reducir el avance de las mujeres en el mercado laboral. En México, prácticamente, un cuarto de siglo de avance de las mujeres en su inserción al mercado de trabajo ha sido erosionado por las secuelas económicas del COVID-19, más que lo observado en otros países de la región, como Chile o Colombia.

En México, prácticamente, un cuarto de siglo de avance de las mujeres en su inserción al mercado de trabajo ha sido erosionado por las secuelas económicas del COVID-19

El panorama global que proporciona el Informe da una idea de lo extendidas que serán las consecuencias futuras de la crisis. Por ejemplo, 91% de los niños en el mundo se vieron afectados por el cierre de escuelas, lo que afectará el aprendizaje de una generación completa de seres humanos.

Sin embargo, el análisis no da pie a la complacencia o a la inacción, pues muestra que paquetes de ayuda a la población afectada por el COVID-19, alineados a una recuperación económica que favorezca la conservación de la naturaleza y las energías limpias, tiene rendimientos de entre 2 y 10 dólares por dólar gastado.

México se encuentra en doble falta respecto a lo que el reporte sugiere como medidas conducentes a una recuperación local que contribuya a objetivos planetarios. Por una parte, el monto de ayuda dedicado por el país a aquellos que más han sido afectados por la pandemia es de los menores en el mundo, como proporción del esfuerzo económico que es factible. Por otro, los recursos que han sido protegidos de afectaciones presupuestales, como el uso de carbón para generar electricidad o la construcción de la refinería de Dos Bocas, dejan una gran huella ambiental.

Más allá de la pandemia, cuando se ajusta el IDH por las presiones que la política energética impone sobre el ambiente, cuestión central en el Informe del PNUD, el nivel de desarrollo del país retrocede otra década. De esta forma, es claro que México debe reconsiderar el rumbo de su desarrollo en el corto y el largo plazo.

* Director de Desarrollo Social con Equidad del CEEY. Columna publicada originalmente en Arena Pública el 17 de diciembre de 2020.

2020-12-17T13:17:47-06:00