Discriminación, brecha salarial y estereotipos de género
Viridiana Fernández Vázquez
Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social
Actualmente en México existe una brecha salarial de hasta el 16 % entre hombres y mujeres (Acción Ciudadana Frente a la Pobreza), uno de los factores que genera esta brecha son los estereotipos de género.
La Organización de las Naciones Unidas define los estereotipos de género como «una opinión o un prejuicio generalizado acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen o deberían poseer o de las funciones sociales que ambos desempeñan o deberían desempeñar». Se encuentran estereotipos de género desde la infancia como en el color rosa para las niñas y el azul para los niños, en los uniformes escolares, faldas y pantalones, princesas y superhéroes, respectivamente.
Más adelante esto se manifiesta también en el porcentaje de mujeres que eligen estudiar carreras enfocadas en las ciencias exactas o ingenierías y en las ciencias sociales o carreras artísticas, siendo las primeras dos seleccionadas en su mayoría por hombres. Las consecuencias de los estereotipos no se detienen ahí, se ve reflejado también en el número de titulares o directivos que en su mayoría son hombres.
Dos de los principales efectos de los estereotipos de género derivan de la maternidad y los cuidados del hogar, actividades que a lo largo del tiempo han sido responsabilidad de las mujeres, mismas que buscan trabajos que les faciliten cumplir con esas «obligaciones» que les han sido impuestas por el simple hecho del género.
Actualmente acciones como las cuotas de género, cursos de sensibilización y hasta unidades en contra del acoso tienen como fin la inclusión de las mujeres en el mercado laboral, así como la posibilidad de aspirar a cargos superiores y a salarios igualitarios.
Cabe mencionar que aún faltan acciones por realizar, la mayoría enfocadas en la generación de conciencia y en la eliminación de los estereotipos desde la infancia, así como normalizar el rol de los hombres como padres y no ver las labores del hogar como una actividad inferior o como obligación específica de las mujeres.
Las licencias por maternidad y paternidad son un claro ejemplo de estereotipo de género ya que es a la madre a quien —por razones de salud— le deben otorgar tiempo para su recuperación; sin embargo, el padre es igual de responsable de los cuidados de su hija o hijo, por lo que el tiempo que se les da, debería de ser el mismo.
Las labores del hogar determinan en parte la brecha salarial por el tiempo que estas absorben, la duda sobre la capacidad de las mujeres para realizar ciertas actividades es discriminación, ambos son estereotipos de género.
Un hombre que limpia, cocina y es un padre responsable, no es un hombre excepcional, es solo una persona capaz de vivir de manera independiente. Una mujer que llega a un cargo directivo o que decide no tener hijos, no es una mujer dura o sin alma, es una mujer que así como un hombre, tiene la oportunidad de elegir sobre la vida que quiere llevar y los objetivos que quiere alcanzar.
El objetivo es tener las mismas oportunidades con el mismo nivel de recompensa.