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Educación y la circunstancia territorial

Roberto Vélez Grajales*

La alta desigualdad de oportunidades en México se conforma a partir de factores como la condición educativa de origen de las personas, pero también de otros como los territoriales. Si bien en los últimos años se observan ciertos avances educativos en el ámbito rural en comparación con el urbano, al diferenciar por dicho factor territorial se manifiesta una estratificación por condición de origen educativo más intensa. Si queremos que la educación se convierta en un mejor motor de movilidad social, no queda de otra que realizar una planeación que diluya el peso de dicha circunstancia territorial. 

Los resultados de un análisis reciente con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) para el periodo 2016-2022 muestran que la dinámica de corto plazo en la movilidad educativa nacional se caracteriza por un problema de estratificación. En nuestro libro «Por un cancha pareja», Luis Monroy-Gómez-Franco y yo mencionamos que la desigualdad de oportunidades en México explica al menos la mitad de la desigualdad en recursos económicos. En cuanto a su composición, señalamos que esta se conforma por tres tipos de circunstancias fuera del control de las personas: las económicas y educativas del hogar de origen, las territoriales y las características personales. Aunque cada circunstancia abona por sí sola a la desigualdad de oportunidades, la interacción entre ellas potencia su efecto. En ese sentido, el análisis sobre movilidad educativa mencionado arriba se puede extender para incorporar el componente territorial, de tal manera que, en este caso, analicemos el resultado obtenido tomando en cuenta la condición urbana y rural de la población.

En particular, en el presente texto compararé la movilidad educativa (relativa) de 2016 a 2022 entre la población urbana y rural, esto es, la proporción de personas que alcanzan estudios profesionales dado el nivel educativo de origen (la escolaridad de sus padres). El análisis se circunscribe a la población de 18 a 24 años que todavía vive con sus padres, ya que en la ENIGH esa es la única forma de obtener la información sobre el nivel educativo de origen. Hacerlo de esta manera no arroja ningún sesgo evidente.

En cuanto a los resultados, encuentro que la proporción de jóvenes urbanos que alcanzaron estudios profesionales se incrementó durante el periodo, tanto para aquellos con padres con menor nivel educativo (0-6 años de escolaridad) como para aquellos con padres con mayor nivel educativo (más de 12 años). En cuanto a los primeros, la proporción creció de 15 a 18 por ciento. Entre los segundos, el incremento fue de 58 a 61 por ciento. En cambio, para la población de jóvenes rurales, dichas proporciones solamente mejoraron para aquellos con padres con menor nivel educativo, al pasar de 7 a 10 por ciento (se mantuvo en 54 por ciento para el grupo con ventaja educativa de origen). Hay que resaltar que, aunque la probabilidad de alcanzar estudios profesionales se incrementó para los de origen educativo más desaventajado, la brecha con los más aventajados es amplia: entre los extremos de probabilidad de alcanzar estudios profesionales, es decir, la de la población urbana con padres con estudios profesionales y la de la rural con padres con menor nivel educativo, esta resulta seis veces mayor para la primera.

Si bien es cierto que la posibilidad de superar el nivel educativo de sus padres es mayor para la población de jóvenes en zonas rurales, también lo es que la escolaridad promedio de la población urbana (mayor de 29 años) se mantiene con una ventaja de 3.4 años (10 y 6.6 años, respectivamente). Esto, aunado al dato que reporto sobre la movilidad educativa, hace que el espacio de oportunidad por condición educativa de origen resulte diferenciado por razones de territorio, en ese caso, urbano y rural. Si no incorporamos este último componente en la planeación educativa, difícilmente eliminaremos el gran peso que las diferencias educativas de origen de las personas aportan a la desigualdad de oportunidades en nuestro país.

*Director ejecutivo del CEEY. X: @robertovelezg