Crédito: El Siglo de Torreón

El camino a Dinamarca

Rodolfo de la Torre

Un proverbio danés indica que “lo malo nunca es bueno hasta que sucede algo peor”. En esta sabiduría nórdica se puede resumir la reciente evolución del sistema de salud en México reportada por el Panorama de la Salud 2023 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Éste muestra no sólo lo lejos que queda la meta de parecernos al sistema de salud de Dinamarca, sino cómo nos estamos alejando de ese ideal.

Es extraño que esta administración haya tomado como referencia al sistema de salud danés, pues no es el país que más eficientemente dedica recursos al tema o mejores resultados ha dado en el mundo. Ese lugar probablemente lo ocupan Japón o Corea del Sur, con un gasto en salud promedio y unas de las mayores esperanzas de vida en el mundo. Sin embargo, el cliché de Dinamarca se ha impuesto en el discurso oficial.

Dinamarca dedica 6,280 dólares por persona a la salud, de los cuales el 85% es gasto público. En México este gasto es de 1,181 dólares, el 19% de lo que implican los servicios daneses, siendo 47% público. Al ritmo de aumento del gasto entre 2015 y 2018 (0.04%) tardaríamos más de 1200 años en alcanzar el gasto danés de hoy. Sin embargo, en esta administración el asunto es peor pues de 2019 a 2022 el gasto per cápita en salud se ha reducido 1.1%.

En lo referente a los recursos movilizados, Dinamarca cuenta con 14.6 personas dedicadas a la atención de su salud por cada mil habitantes. En México esta cifra es de 5.4 personas, es decir el 37% del total danés. Entre el reporte de 2019 y el de 2023 Dinamarca aumento su personal médico y México lo mantuvo relativamente estático por lo que la ‘meta’ se alejó. El número de camas de hospital por cada mil habitantes también se estancó.

En Dinamarca los medicamentos los paga el paciente, aunque con descuentos, se adquieren de forma descentralizada y tiene un costo límite, rebasado el cual la diferencia es cubierta por el estado. En contraste, en México los medicamentos del sistema público son en principio gratuitos, aunque escasean persistentemente, y terminan adquiriéndose con un gasto de bolsillo cuya proporción es casi el doble de la danesa.

En cuanto a la efectividad de las acciones realizadas, por cada cien mil habitantes Dinamarca reportó 174 muertes evitables, es decir, prematuras, prevenibles o tratables. En contraste, México registró 665, es decir, 3.8 veces más que las danesas. En el reporte 2019, esta relación era de dos veces, por lo que casi se ha duplicado la desventaja que se tiene respecto a Dinamarca en cuanto a prevenir o tratar padecimientos que no debieran ser mortales.

Los indicadores anteriores se traducen en que un 81% de la población en Dinamarca expresa satisfacción con la disponibilidad y calidad de los servicios de salud que recibe. Esta cifra es de 57% para el caso de México. Cabe mencionar que en 2012 cuando el Seguro Popular estaba cerca de alcanzar su máxima cobertura, el 71% de las personas expresaban satisfacción los servicios de salud, 14 puntos porcentuales más que en 2022.

El camino a Dinamarca es claro: dedicar mayor financiamiento a la salud en vez de menos: movilizar más recursos físicos y humanos para atender la salud en vez de congelarlos; distribuir descentralizadamente medicamentos evitando el gasto de bolsillo a los pacientes, en vez de construir una ‘megafarmacia’; incrementar la eficiencia operativa del sistema de salud público para salvar vidas, en vez ensayar fracasos como el INSABI.

Tristemente, la política de salud no va por este camino y en vez de generar una mayor satisfacción entre las personas está haciendo realidad otro proverbio danés: “el pobre puede morir; lo que no puede es estar enfermo”.

* Director de Movilidad Social del CEEY. Columna publicada originalmente en Arena Pública el 1 de diciembre de 2023.