Crédito: Arena Pública
El mesías septentrional
Con una visión mesiánica y un discurso polarizante Donald Trump ha asumido la presidencia del vecino país del norte. En su toma de posesión ha ratificado el peor panorama para los mexicanos en materia de migración, seguridad y comercio. Las deportaciones masivas, la intervención para combatir el crimen organizado y las barreras comerciales han sido oficialmente proclamadas, y el punto no es si se materializan o no sino cuándo y con qué intensidad.
El ahora presidente Trump se ve a sí mismo como sujeto de la intervención divina para salvar a su país y llevarlo a una era “dorada” sin precedentes. Ha radicalizado su discurso para anteponer los intereses de su base política doméstica al resto de su país y a cualquier convivencia diplomática con el resto del mundo. Comienza por México, al que ve como una amenaza digna de una orden ejecutiva que declara la frontera sur como asunto de emergencia nacional.
Con la declaratoria de emergencia, Trump dirige reflectores extraordinarios a la detención de los migrantes indocumentados, con lo que es inminente la movilización de recursos para realizar detenciones en ciudades clave de los Estados Unidos, como Chicago y Los Ángeles, y para patrullar militarmente la frontera con México. Tal despliegue no es simple amenaza, es el preludio a un éxodo cuya magnitud depende de la capacidad operativa del gobierno estadounidense y de la resistencia que enfrente.
Junto con las deportaciones, Trump ha anunciado la reinstauración de la política “Quédate en México”, que traslada la responsabilidad de alojar y proteger a los migrantes que buscan asilo en los Estados Unidos a nuestro país. Estas medidas, a las que el gobierno de López Obrador se plegó sin negociación de por medio, podrían ser rechazadas o sujetas a acuerdo diplomático por México, pero enfrentarán otras presiones para ser adoptadas, particularmente las de seguridad nacional.
En materia de seguridad la gran novedad es la declaratoria de los cárteles criminales en México como organizaciones terroristas. Esto intensificará la intervención de las transacciones de empresas e instituciones financieras en el país que sean ligadas al crimen organizado y abre la puerta a posibles acciones militares en territorio mexicano. Desatadas estas facultades, se pueden usar para presionar a México en materia migratoria, junto con medidas arancelarias ya definidas.
Trump ha anunciado para el próximo febrero un arancel de 25% a las importaciones mexicanas y ha lanzado la creación del Servicio Exterior de Recaudación, que administrará los recursos a extraer de otros países. La espada de Damocles ha sido habilitada y no sólo estará presente como amenaza para forzar medidas migratorias y de lucha al crimen organizado en México, sino muy posiblemente será usada de forma selectiva para algunas exportaciones de México.
En este marco, el anuncio de Trump de que se renombrará al Golfo de México como “Golfo de América” parece anecdótico, sin embargo, muestra un afán expansionista que ha quedado más claro con la declaración de ‘recuperar’ el canal de Panamá. Esta retórica puede interpretarse arriesgadamente como ‘perro que ladra no muerde’, pero también admite la de ‘bajo advertencia no hay engaño’. Como le gusta hacerlo, Trump inaugura una época de incertidumbre muy peligrosa.
* Director de movilidad social del CEEY. Columna publicada originalmente en Arena Pública el 22 de enero de 2025.