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La buena y la mala del nearshoring

Julio Serrano*

México tiene una oportunidad de oro gracias al nearshoring. Son de las que se presentan una vez en la vida y que pueden tener un impacto sustantivo en el crecimiento de nuestra economía y, por tanto, en las vidas de millones de mexicanos. Esa es la buena noticia. La mala es que no la estamos aprovechando como deberíamos. 

Nosotros no generamos esta oportunidad, fueron fuerzas globales externas las que la detonaron. La relación entre Estados Unidos y China se ha deteriorado en los últimos años. El antagonismo entre estas dos potencias ha crecido conforme el gigante asiático ha acumulado más poder y, de la mano, la desconfianza. Por otro lado, la invasión de Rusia a Ucrania ha hecho que varios países reevalúen sus lazos comerciales con regímenes poco confiables. Por último, la pandemia mostró la fragilidad de las cadenas globales de suministro. Todo esto ha provocado que las empresas busquen reubicar sus procesos productivos lo más cerca posible a sus consumidores finales. Este fenómeno es lo que se conoce como nearshoring.  

México no puede estar mejor posicionado para aprovechar esta tendencia. Estamos en el lugar y en el momento adecuados. Somos vecinos de la principal economía del mundo. Si aprovechamos la oportunidad, los beneficios para el país serán enormes. Ya somos el segundo exportador a Estados Unidos (después de China). Con el nearshoring podremos aumentar nuestra cuota de mercado de manera considerable. Unos cuantos puntos porcentuales adicionales se traducirán en miles de millones de dólares de inversión y de exportaciones, con los cuantiosos beneficios que esto aporta al bienestar de la población.  

Para cubrir el mercado de EU, por mucho la mejor opción es México. Está, por supuesto, la cercanía geográfica, con los ahorros en transporte y la velocidad de respuesta que esto implica. Está también el costo. En EU hay una falta importante de mano de obra y la que existe es cara. Un trabajador mexicano promedio gana cerca de una décima parte que uno estadunidense (y apenas la mitad de uno chino). Incluso empresas chinas y europeas quieren establecerse en México para aprovechar el nearshoring.  

Sin embargo, otros factores relevantes que pueden motivar a más empresas extranjeras a mover parte de su producción a nuestro país están lejos de ser óptimos. Cualquier trasnacional quiere ver un estado de derecho sólido, infraestructura de primer nivel y baja inseguridad. También busca energía confiable y barata para operar sus fábricas. Cada vez más se exige que esta energía sea limpia para satisfacer las exigencias de los grupos ecologistas en Estados Unidos. 

Mejorar estos factores detonaría todavía más interés en México como un lugar idóneo para atacar el mercado estadunidense a través del nearshoring. Lo más frustrante es que, con voluntad política, se podría avanzar. Pero en ocasiones parece que el gobierno, en lugar de ayudar, estorba. Dejar pasar esta oportunidad será un error de proporciones históricas.  

*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 22 de septiembre de 2022.