La división sexual del trabajo doméstico y de cuidados

Elvia Chavarría Martínez

Participante en la XIII Escuela de Verano sobre Movilidad Social

La distribución del ingreso coloca a los individuos ante distintas condiciones sociales, en este sentido, el acceso a oportunidades de desarrollo se define en buena medida por sus contextos iniciales, con esto no se quiere decir que origen sea igual a destino. La movilidad social representa la posibilidad de cambio de posición en la distribución social y económica para los miembros de una sociedad, para ello es necesario el acceso a satisfactores como la educación, la salud y la garantía de condiciones de competencia igualitaria en el mercado laboral (Vélez Grajales et al., 2015). 

De manera adicional, otras condiciones como la etnia y el sexo inciden en la posibilidad de movilidad social. El presente ensayo plantea la reflexión sobre el segundo de estos factores, específicamente en lo relativo a la división sexual del trabajo doméstico y de cuidados, ya que este aspecto plantea desigualdades en términos de desarrollo para las mujeres. De acuerdo con Amartya Sen (2000), el acceso a la educación, a un patrimonio propio y al empleo repercuten en la capacidad de agencia de las mujeres y, con ello, incentivan condiciones de bienestar que benefician a las siguientes generaciones. 

Sin embargo, en la dimensión del uso del tiempo es visible la prevalencia de situaciones que limitan las posibilidades de desarrollo de las mujeres, quienes invierten una mayor cantidad de horas por semana a las actividades de cuidado y trabajo doméstico no remunerado, lo cual limita su capacidad de inserción social, al reducir el tiempo dedicado a otras acciones en los ámbitos personal y laboral (CEPAL, 2017). No se debe desestimar la importancia del trabajo doméstico y de cuidados, tal como lo señala Brígida García (2019) estas actividades son fuente de bienestar al interior de los hogares. De manera adicional, la realización de estas contribuye de manera indirecta a la producción en el mercado laboral por parte de quienes se benefician de las mismas.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) 2019, entre la población económicamente activa de doce años y más, las mujeres muestran una mayor participación en labores domésticas y de cuidado al interior del hogar, en comparación con los varones: entre quienes trabajan 40 o más horas por semana, las mujeres muestran un promedio de 25.7 horas dedicadas a actividades domésticas no remuneradas, mientras que el promedio de los varones es de 11 horas; en lo relativo a cuidados, las mujeres dedican 10.1 horas, mientras que la media del tiempo invertido por los varones es de 5.8 horas por semana (INEGI, 2020). 

Tal como lo señalan Mónica E. Orozco et al. (2022), el tiempo dedicado por parte de las mujeres a labores de cuidado limita la libertad de elección para el involucramiento en actividades remuneradas; sin embargo, tal como lo señala la ENUT, incluso entre las mujeres que participan en el mercado laboral de manera remunerada se observa una mayor actividad en materia de cuidados, lo que limita el tiempo de este segmento de la población no solo en el mercado laboral, sino también en actividades de esparcimiento y autocuidado.

Ahora bien, si la movilidad social depende de un piso de oportunidades igual entre los miembros de la sociedad, es clara la necesidad de atender el tema de los cuidados, con el objetivo de que la división sexual del trabajo al interior de los hogares no sea restrictiva del desarrollo de las mujeres. En este sentido, desde el año 2020, en México se ha impulsado a nivel constitucional el establecimiento de un Sistema Nacional de Cuidados cuya finalidad es garantizar el derecho al cuidado, específicamente a grupos de atención prioritaria como infantes y adultos mayores. Aunque al momento es una labor en desarrollo no debe perderse de vista su importancia y el potencial que ofrece en materia de movilidad social: igualar las posibilidades de inserción social de las mujeres es un paso para la producción de condiciones de origen más equitativas para las próximas generaciones.

Referencias

Brígida, G. G. (2019). El trabajo doméstico y de cuidado: su importancia y principales hallazgos en el caso mexicano. Estudios Demográficos y Urbanos, 34, 237–2367.

CEPAL. (2017). La distribución del tiempo: una dimensión clave en el análisis de la desigualdad. In Los cuidados en América Latina y el Caribe. Textos seleccionados 2007-2018 (CEPAL, pp. 65–88).

INEGI. (2020). Resultados de la Encuesta Nacional sobre uso del Tiempo (ENUT) 2019 (Issue 458/20). 

Orozco, M., Espinoza Montiel, R., Fonseca, C. E., Marchant, M., & Velez Grajales, R. (2022). Movilidad social, políticas de cuidados y protección social, Documento de trabajo CEEY no. 01/2022. 

Sen, A. K. (2000). Desarrollo y libertad. Planeta.

Vélez Grajales, R., Campos Vázquez, R., & Fonseca, C. E. (2015). El concepto de movilidad social: dimensiones, medidas y estudios en México, Documento de trabajo no. 01/2015.