La educación en el proceso de movilidad social en México
Inti E. Torres Villegas
Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social
Resulta innegable que la educación es una variable esencial en el análisis de diversos fenómenos sociales y un elemento sustantivo para los procesos de movilidad social en las personas.
Frecuentemente, las inferencias cotidianas sobre el proceso educativo consisten en atribuir el éxito o fracaso escolar a las personas, haciéndolas responsables de su tránsito dentro del proceso educativo y de los resultados que de este obtuvieron. Esta lógica, invisibiliza dos factores estructurales cuya comprensión resulta fundamental para entender y atender las disparidades de los resultados educativos en México: la desigualdad en el acceso a oportunidades educativas y la diferencia cualitativa entre dichas oportunidades.
Si bien es importante reconocer los resultados que ha tenido el sistema educativo mexicano en la cobertura de educación básica —en 2019 más del 90 % de las niñas, niños y adolescentes entre 6 y 14 años se encontraban estudiando (INEE 2019)—, es necesario atender los retos pendientes en materia educativa: ampliar la cobertura de la educación profesionalizante e impulsar el acceso universal a procesos educativos de calidad en todos los niveles.
Las desigualdades educativas se tornan drásticas cuando se comparan los ámbitos urbano y rural. Por ejemplo, la tasa de asistencia a la escuela en localidades rurales decrece de 90 % a 63 % después de los 14 años (INEE 2019). Adicionalmente, las evaluaciones a través de pruebas de aprendizaje muestran bajos niveles de logro educativo de la población estudiantil rural (Juárez y Rodríguez 2016, p. 7). La suma de lo anterior, ha generado no solo desigualdad en las capacidades que las y los estudiantes tienen según la escuela a la que asistieron, sino también un estigma sobre la educación rural, lo cual limita el acceso a empleos calificados y bien remunerados. Esto, supone una espiral cíclica de desigualdad y en muchos casos un pesado lastre para la movilidad social. Aunque que la escolaridad de los padres es un factor que determina en gran medida el proceso de movilidad social de los hijos, el simple hecho de que estos asistan a la escuela no implica necesariamente un proceso de movilidad social intrageneracional (De Hoyos, Martínez de la Calle y Székely 2009, p. 10).
La política educativa en México debe centrarse en la calidad del proceso y de los resultados del sistema escolar. En ese sentido, la educación requiere de estrategias integrales que contribuyan a equilibrar la oferta cualitativa que reciben niñas, niños y adolescentes en el país. No basta con construir y habilitar más escuelas, es necesario realizar inversiones estratégicas orientadas a la innovación pedagógica con pertinencia cultural y territorial, habilitar infraestructura digna, garantizar la conectividad, el equipamiento y la alfabetización tecnológica, e impulsar la formación continua de las y los docentes. Además, estas políticas deben implementarse prioritariamente, y de manera afirmativa, en zonas históricamente marginadas, generando un entorno que posibilite la igualdad de oportunidades.
Referencias
De Hoyos, R., Martínez de la Calle, J. y Székely, M. (2009) Educación y movilidad social en México. México: Subsecretaría de Educación Media Superior, Secretaría de Educación Pública.
INEE (2019) La educación obligatoria en México. Informe 2019. México: INEE.
Bolaños, D. y Rodríguez C (2016) «Factores que afectan a la equidad educativa en escuelas rurales de México». Pensamiento Educativo. Revista de Investigación Educacional Latinoamericana, 53(2), pp.1-15.