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La fábula del mérito

Roberto Vélez Grajales1
Luis Monroy-Gómez-Franco2

Agradecemos la breve reseña en Nexos que hizo José Antonio Aguilar Rivera sobre nuestro libro Por una cancha pareja. Un ejercicio de este tipo siempre resulta valioso, ya que como autores nos permite reflexionar sobre la obra a partir del análisis de una tercera persona. Asimismo, le agradecemos a Nexos por el espacio para responder a los comentarios vertidos en la reseña:

1. «El problema es que no siempre podemos ser y hacer según nuestras preferencias» 

Aunque coincidimos con el dicho del profesor Aguilar, no lo hacemos con la crítica que implica a nuestra definición de oportunidad. Siempre hay que considerar que el proceso por el cual se elige qué ser y hacer es diferente en un contexto de igualdad de oportunidad que en uno en donde dicha condición no se cumple. De no considerarlo, omitimos que los espacios de elección efectiva son distintos. No se trata de si las personas pueden ser y hacer sin limitación alguna, sino que el espacio de elección efectiva, como explicamos en el libro, resulta diferenciado por dicha desigualdad.

2. «no hay un criterio filosófico coherente que lleve a invalidar tales intervenciones»

En el libro discutimos que la transmisión de ventajas no debe atenuarse con prohibiciones, sino con la generalización de las condiciones que permitan a todas las personas realizar la actividad ventajosa. Esta es una forma de neutralizar las ventajas distinta a la que el profesor Aguilar nos achaca vía una fábula de Kurt Vonnegut: que para neutralizar esas ventajas hay que suprimir las características de las personas o prohibir las actividades que las generan. 

Para entender por qué generalizar el acceso a las ventajas implica que dejen de serlo, retomemos el ejemplo del profesor Aguilar: ¿por qué es una ventaja para un niño que su madre le lea por la noche? Porque no todas las personas cuidadoras pueden hacerlo. Si pudieran y lo hicieran, no se generaría ventaja alguna para el niño. Una ventaja es tal cuando el acceso a ella está restringido, así como sus réditos extraordinarios. Entonces, la siguiente pregunta debería ser ¿por qué no todas las personas cuidadoras pueden leerles a sus hijos por las noches? La respuesta nos revela las áreas en las que anida la desigualdad de oportunidades: jornadas de trabajo demasiado largas, traslados desde y hacia casa que consumen tiempo en exceso, entre otras. Este abordaje para la formulación de la política pública es justamente lo que planteamos en el capítulo seis del libro: la neutralización de las ventajas transmitidas se logra al eliminar la restricción de acceso a ellas. Para ello, se requiere construir sistemas públicos universales de calidad (como el educativo), que desvinculen el acceso a bienes y servicios básicos de las circunstancias de las personas. 

3. «Distraen la atención de medidas menos ambiciosas»

 El profesor Aguilar sugiere que estamos gastando energías que deberíamos utilizar para lograr cosas más factibles, como puede ser una reforma fiscal progresiva. Sin embargo, en el capítulo seis del libro señalamos que los sistemas públicos universales se construyen a partir de un diseño hacendario progresivo, donde tanto el ingreso como el gasto deben concebirse de esa manera, incluso, en lo referente a complementos necesarios como las transferencias monetarias. De no hacerlo así, resulta imposible subsanar el efecto acumulativo de la desigualdad de oportunidades a través del tiempo.

 4. «rechazar el mérito [] tiene efectos perversos»

 Sobre esta aseveración al cierre de la reseña, resultaría muy valioso que el profesor Aguilar ahondara. Como explicamos en el capítulo tres del libro, en un escenario de desigualdad de oportunidades la meritocracia no se transforma en una competencia en igualdad de condiciones y sí converge eventualmente en una sociedad estamental. Por eso, defender a ultranza el mérito en una sociedad como la mexicana, sin reconocer que gran parte de lo que así se califica no es esfuerzo sino circunstancias, resultaría propio de una fábula.

Columna publicada originalmente en Revista Nexos el 2 de abril de 2024. 

1Director ejecutivo del CEEY. X: @robertovelezg

2Universidad de Massachusetts, Amherst. X: @MGF91