Foto: Pronaes
La lengua como factor dominante en la movilidad social
Yoshio Emmanuel López Manzanares
Participante en la XIV Escuela de Verano sobre Movilidad Social
La movilidad social —entendida como el proceso mediante el cual los individuos pueden cambiar su estatus socioeconómico y alcanzar una mejor calidad de vida— está determinada por diferentes factores que, en conjunto, pueden definir la posición de ventaja o desventaja de los individuos en la sociedad. Entre estos factores destacan: la educación, el nivel socioeconómico de origen, la igualdad de oportunidades, el acceso a servicios básicos, la discriminación racial y étnica, entre otros.
Otro factor que ha demostrado tener un papel crucial en la movilidad social es la lengua, la cual se manifiesta como un elemento clave para comprender las disparidades existentes en nuestra sociedad, especialmente en aquellos contextos pluriculturales. Además, la lengua está estrechamente relacionada con la comunicación, la educación y las oportunidades económicas de los individuos, sin dejar de lado que es un vehículo que mantiene viva la cultura, las costumbres y la historia.
Ser hablante de una lengua no dominante, o hablante de una variación lingüística, no debe considerarse como un tema ausente de polémica debido a la discriminación social que se suele asociar a ello. En muchos estudios este problema no se encuentra tan representado en términos porcentuales, como podemos observar en los resultados de la investigación sobre los factores determinantes de la desigualdad de oportunidades que nos comparten en su informe Orozco Corona, Espinosa Montiel, Fonseca Godínez y Vélez Grajales (2019, p.66). Sin embargo, es importante señalar que nuestro país, México, es sumamente diverso y cuenta con más de 62 pueblos indígenas, entre los cuales hay 364 variantes lingüísticas distribuidas en 68 agrupaciones y 11 familias indoamericanas (Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, 2008).
Cuando se observa el impacto educativo en la igualdad de oportunidades los resultados muestran que, si la lengua dominante en el ámbito educativo no es la lengua materna de un individuo o una comunidad, esto puede dificultar en gran medida su acceso a la educación de calidad y limitar su progreso académico, lo cual significa en muchas situaciones un estancamiento ante la imposibilidad de obtener aquellas oportunidades que pueden ser brindadas, pero no son aprovechadas.
Por otro lado, la posesión de una lengua dominante, en el contexto socioeconómico, suele ser un factor determinante en la búsqueda de movilidad. Aquellos que tienen fluidez en un idioma predominante tienen una competencia lingüística mayor y por ende más probabilidades de acceder a mejores empleos, oportunidades y formación adicional, por lo que sus resultados en términos de movilidad pueden ser considerablemente mayores y positivos que aquellos que conservan su variación lingüística, como se menciona en el texto de Solís y Güémez (2021). Además, este estudio demuestra que, si la comunidad conserva su variación lingüística, esta suele verse impactada negativamente.
Una herramienta lingüística que crea competencia en la sociedad es el conocimiento de un idioma complementario, como el inglés, el alemán, el chino o cualquier otro idioma que tenga una presencia representativa en la nación y que brinde, de alguna manera, la posibilidad de ascender socialmente gracias a su dominio. Algunas universidades, como la Universidad de Quintana Roo, enseñan el inglés en sus aulas a alumnos provenientes de comunidades indígenas, lo que incluye hablantes de otras variaciones lingüísticas, y han puesto énfasis en la importancia de integrar otro idioma en el aprendizaje de los alumnos. Así lo comentan Campos Valdés y Medina Pérez (2013) en su estudio sobre el desempeño académico en el aprendizaje del inglés entre estudiantes indígenas.
Sin embargo, si dos personas se plantean aprender inglés, por ejemplo, que es el idioma extranjero más hablado en nuestro país y el cual brinda mayores oportunidades laborales, pero uno de los individuos proviene de una comunidad indígena, entonces este se encontrará en una posición de suma desventaja. Esto se debe a que un hablante de una lengua no dominante no tiene las mismas posibilidades lingüísticas que un hablante que sí posee la lengua dominante. Entonces, para aprender una lengua extranjera adicional, es necesario que primero aprenda la lengua dominante y posteriormente la lengua extranjera. Y, en ese sentido, no existe una posibilidad de movilidad equitativa, pues desde el inicio la dificultad para lograr dicho cometido sería doble.
Por otro lado, la habilidad de comunicarse de manera efectiva en el entorno laboral y social es fundamental, ya que se traduce en una más sólida competencia lingüística y una mayor facilidad para establecer relaciones sociales con los demás, en acceso a la información y en la expresión y presentación de ideas y pensamientos de manera más persuasiva.
Por último, vale la pena recalcar que la lengua es la base de la comunicación humana, y gracias a su variedad es un componente esencial de la identidad histórica de una comunidad. El cuidar y mantener las lenguas reafirma la cultura de nuestros orígenes y nos abre un panorama de la diversidad de nuestra sociedad. A medida que seamos capaces de poder promover una educación intercultural en conjunto con nuestras lenguas originarias, estaríamos contribuyendo a la consolidación de una educación y oportunidades más incluyentes que nos concedan a todos, de manera equitativa, el progreso social y la movilidad social ascendente, sin dejar de lado la protección de una identidad colectiva y diversa.
La movilidad social continúa siendo un fenómeno complejo e influenciado por múltiples factores. No se debe dejar de lado la importancia de la lengua y el impacto que representa para los individuos cuyas lenguas maternas o de origen son diferentes a la nuestra. En última instancia, se debe concientizar sobre su relevancia como un factor crucial en el camino hacia una sociedad más justa e inclusiva, donde cada individuo tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial sin importar su origen lingüístico. Por ello, se deben promover políticas y prácticas que valoren la diversidad lingüística sin dejar de lado su origen y cultura, abriendo las puertas a un futuro en el que la movilidad social sea una realidad alcanzable para todos.
Referencias
Orozco Corona, M. E., Espinosa Montiel, R., Fonseca Godínez, C.E. y Vélez Grajales, R. (2019). Informe Movilidad social en México 2019: Hacia la igualdad regional de oportunidades. CEEY Editorial.
Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (2008). Catálogo de las lenguas indígenas nacionales: Variantes lingüísticas de México con sus autodenominaciones y referencias geoestadísticas.
Solis, P. y Güémez, B. (2021). Características étnico-raciales y desigualdad de oportunidades económicas en México. Estudios demográficos y urbanos. Colegio de México.
Campos Valdés, G. y Medina Pérez, S. R. (2013). Creencias y desempeño académico en el aprendizaje del inglés de estudiantes indígenas en la Universidad de Quintana Roo.