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La movilidad social de las precandidatas
Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, las punteras en lo que sin eufemismos son las precampañas a la Presidencia de la República, representan dos trayectorias muy distintas de movilidad social. Estas trayectorias, sin ser determinantes de lo que puede ser un posible gobierno a su cargo, cuentan dos experiencias que retratan los distintos retos que enfrentan los mexicanos, y lo que superarlos puede aportar a ser sensibles a nuestra desigualdad socioeconómica.
La senadora Gálvez nació en Hidalgo, cuando era el quinto estado con menos desarrollo humano del país, después de Querétaro, Chiapas, Guerrero y Oaxaca. Por su parte, la exjefa de gobierno Sheinbaum lo hizo en el Distrito Federal, tras haberse convertido la capital en la entidad federativa más desarrollada al rebasar al estado de Baja California. Lo anterior de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano de 1960 reportado en el Informe de Desarrollo Humano México 2002 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Un mayor Índice de Desarrollo Humano significa mayores oportunidades de salud, educación y de ingreso.
El padre de la senadora era profesor normalista, cuando estudiar esta profesión no requería contar con bachillerato, y su madre ama de casa sin estudios conocidos. Alrededor del 7% de los hijos con las características educativas de los padres de Gálvez alcanzan la educación superior como lo hizo la senadora. En su situación, la mayoría de los padres (76%) aspiran a que, cuando más, los hijos acaben la preparatoria.
Ambos padres de la Dra. Sheinbaum tuvieron estudios de educación superior, e incluso su madre cursó la maestría y el doctorado. La exjefa de gobierno también obtuvo estos posgrados. Cerca del 59% de los hijos provenientes de estos antecedentes educativos obtienen el mismo nivel de escolaridad de los padres, y la gran mayoría de estos últimos (88%) aspira a que así sea.
Las cifras anteriores corresponden a la Encuesta de Movilidad Social de 2011 reportada por el CEEY, y que es la que mejor refleja las condiciones de movilidad que vivió la generación de ambas precandidatas. Esta encuesta puede ayudarnos aún más a entender más su recorrido social.
No es aventurado decir que la senadora nació en condiciones de pobreza moderada y que ahora vive en un estrato económico relativamente alto, sin llegar a ser rica. En México, sólo el 11% de las personas que nacen por arriba de la pobreza extrema alcanzan a estar en el 20% de la población con mayores recursos económicos, de acuerdo con la fuente mencionada.
Por otra parte, tampoco es arriesgado imaginar que la exjefa de gobierno nació dentro de una familia de clase media alta y ahora se encuentra en el 20% de la población con mayores recursos económicos. Según la misma fuente, 31% de los hijos con los antecedentes socioeconómicos de la Dra. Sheinbaum logran dar este salto.
Estas cifras, sin embargo, no toman en cuenta que la posibilidad de progreso de una mujer indígena es menor, ni que la influencia de la escolaridad de las madres es más importante que la de los padres, entre otros factores. De esta forma, la movilidad social materializada en la senadora Gálvez es una extraordinaria rareza, mientras que la de la Dra. Sheinbaum es una corroboración poco sorprendente de las ventajas que pueden brindar las condiciones en que se nace.
Más allá de las anécdotas de las gelatinas que vendía Gálvez para ayudar en su casa y las becas de investigación que recibió la Dra. Sheinbaum como académica, existen dos historias con acercamientos muy diferentes a la desigualdad social existente. Una, con los contrastes sociales vividos en carne propia, y la otra desde la estabilidad que da cierto privilegio.
Así como el conocimiento especializado no es garantía de un buen gobierno, la gran movilidad social de una persona no da la certidumbre de una presidencia eficaz, pero sí alimenta la esperanza de una mayor sensibilidad a los enormes retos que enfrentan los que menos tienen.
*Director de Movilidad Social del CEEY. Columna publicada el 12 de julio de 2023 en Arena Pública.