La pandemia y el desnudo fragmentado de las desigualdades en México
Oliver Jaén Mata
Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social
A través de la historia contemporánea, se puede constatar que la economía de las naciones y mundial sufre constantemente cambios o shocks en función del hecho histórico que emerja; y según su magnitud es la complejidad de reposición de sus sociedades. Para el caso mexicano, la vigente pandemia por la Covid-19, inhabilita esa capacidad de reposición, pues las desigualdades son tan profundas que pareciera un desnudo acelerado y fragmentado.
La economía mexicana arrastra una debilidad estructural de larga data, como mínimo, desde la crisis de la deuda externa de los ochenta. Desde aquel entonces, las condiciones para retomar el sendero de crecimiento y desarrollo son muy endebles, y en consecuencia, la desigualdad de oportunidades en el país se ha disparado sin control alguno.
Por este motivo, el arribo del nuevo coronavirus al país ha inhabilitado la capacidad de respuesta para enfrentarlo e impedir una desarticulación más profunda de la que se conoció antes del 29 de febrero de 2020, cuando se presentó el primer contagio de coronavirus en territorio mexicano. De la Torre (2020) demuestra que, a través de índices de vulnerabilidades, amenazas, riesgos y focalizaciones geográficas, se puede identificar una mejor aproximación de la complejidad de este shock en la sociedad mexicana.
Dadas las condiciones económicas de las entidades federativas, pareciera que el sur tendría las peores afectaciones, pero no es así, pues el norte posee otras complejidades. Por ejemplo, la vulnerabilidad de las personas y del sistema de salud pone en desventaja al sur, pero el contagio por el coronavirus afecta mayormente al norte; el riesgo a la vida por coronavirus afecta tanto a norte como al sur, pero la transmisión intergeneracional de condiciones de salud es mayor en el norte; y, los efectos de corto plazo sobre la salud pueden ser mayores en el sur, pero a largo plazo, podrían ser mayores en el norte (De la Torre 2020).
Esto da pauta para argumentar que la desigualdad en México no es generalizada, sino que está vinculada a una diversidad de factores endógenos que la complejizan y acentúan. En tal sentido, las dos regiones del país demuestran que hay de ‘desigualdades a otras desigualdades’, pero que al final y en su conjunto, convergen al debilitamiento del tejido social para imposibilitar significativas oportunidades de desarrollo y progreso.
Para observar estas complejas desigualdades en este momento histórico de pandemia por coronavirus, es suficiente con observar durante algunos minutos la calle de nuestro pueblo o ciudad, y ver cuánta gente está trabajando de manera informal que ‘vive al día’. O en otros planos económicos, la caída del empleo formal que engrosa aceleradamente las filas del empleo informal bajo estas condiciones históricas.
Probablemente esta pandemia se considere como uno de los grandes shocks para cada una de las naciones del mundo, pero para México, podría significar un desnudo fragmentado de las desigualdades de forma acelerada. La debilidad estructural de la economía mexicana sumerge la capacidad de reposición de su sociedad.
Referencias
De la Torre, R. (2020) “Vulnerabilidades, amenazas y riesgos de salud en México. El caso del COVID-19 en las entidades federativas”. Documentos de trabajo CEEY, no 8/2020. Centro de Estudios Espinosa Yglesias.