
Imagen: El Norte
La trampa del origen
Roberto Vélez Grajales1
Hoy, desde el CEEY, lanzamos el informe Movilidad social en México 2025: la persistencia de la desigualdad de oportunidades. Elaborado a partir de la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2023 (ESRU-EMOVI 2023), el análisis revela una realidad preocupante: en México, el origen sigue determinando el destino. El informe destaca que, a pesar de la reducción de la pobreza por ingresos entre 2017 y 2023, el 73 % de las personas nacidas en hogares con los menores recursos económicos no logra superar esa condición. Esta persistencia del ciclo intergeneracional de pobreza refleja una profunda desigualdad de oportunidades, que posiciona a México entre los países donde este factor explica una parte desproporcionadamente alta de la desigualdad económica.
Para promover una mayor movilidad social, se requiere una política pública que reconozca y compense las desventajas de origen. Esto implica dotar a todas las personas de oportunidades reales y trato justo, de manera que puedan desarrollar su potencial y obtener las recompensas laborales que verdaderamente merecen.
Desde su fundación hace 20 años, el CEEY ha realizado la ESRU-EMOVI con una pregunta central en mente: ¿es el origen de las personas el principal determinante de su destino? Lamentablemente, la respuesta sigue siendo afirmativa. En una escala de cinco peldaños económicos, la mitad de quienes nacen en el más bajo no logran ascender. Peor aún, solo el 2 % de esta población alcanza el peldaño más alto. La encuesta ha evolucionado para permitir análisis más específicos. Hoy sabemos que las posibilidades de ascenso social se ven aún más limitadas cuando a la condición de origen se suman otros factores como la región, el género, la adscripción étnica o el tono de piel. Por ejemplo, el 64 % de las personas nacidas en el sur del país permanece en el peldaño más bajo, frente al 37 % en el norte.
La edición 2023 de la encuesta también incluye un ejercicio de estimación del ingreso actual, lo que permite calcular la intensidad del ciclo intergeneracional de la pobreza. Los datos muestran que, a pesar de que la pobreza por ingresos bajó de 48 % en 2017 a 41 % en 2023, la persistencia intergeneracional sigue siendo alarmante: casi tres de cada cuatro personas que nacieron en los hogares con menos recursos no logran salir de la pobreza.
La causa principal de esta baja movilidad social es la desigualdad de oportunidades. No solo es preocupante que al menos el 48 % de la desigualdad económica en México se explique por este factor, sino que, con base en una estimación comparable con la clasificación internacional de la London School of Economics (LSE), podemos ubicar al país entre los diez con peor desempeño en una muestra de 50 naciones. La situación es aún más crítica en el sur del país, equiparable a los cinco países con mayor desigualdad de oportunidades a nivel mundial.
Más de la mitad de esta desigualdad se origina en los recursos económicos del hogar de origen, lo que refleja una profunda carencia de bienes y servicios públicos con cobertura y calidad para toda la población. Si el Estado no actúa como un verdadero nivelador de oportunidades, las condiciones de origen seguirán marcando el horizonte de vida de las personas. La educación es un claro ejemplo de la necesidad de esta acción: quienes tienen padres con estudios profesionales tienen siete veces más probabilidades de alcanzar ese mismo nivel, en comparación con quienes crecieron en hogares donde los padres cursaron como máximo la primaria.
La evidencia del informe es contundente: aunque la pobreza por ingresos ha disminuido, la desigualdad de oportunidades persiste y se ve reflejada en un muy alto grado de reproducción del ciclo intergeneracional de la pobreza. Enfrentar este desafío requiere políticas públicas de nueva generación, que incorporen el componente de origen en su diagnóstico y diseño. Solo así podremos construir un país en el que el lugar donde nacemos no siga definiendo hasta dónde podemos llegar.
* Director Ejecutivo del CEEY. Columna publicada en El Economista el 30 de junio de 2025.