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La transición: sistema de cuidados
Roberto Vélez Grajales1
Entre una infinidad de propuestas durante la campaña electoral, una que resultó recurrente en los debates fue la de la construcción de un sistema de cuidados. Hoy sabemos que la próxima presidenta de México será Claudia Sheinbaum, en cuya propuesta, tanto de manera directa como indirecta, los cuidados se encuentran presentes en lo que denominó los 100 pasos para la transformación. Sobre su pertinencia, dada la composición de la desigualdad de oportunidades vigente en México, la articulación de un sistema de cuidados resulta prioritaria, pues, de lograrse, el espacio de elección de toda una variedad de personas —y no únicamente de las que cuidan— se ampliará, con lo cual las opciones de movilidad social en el país se incrementarían. De ahí la necesidad de que las líneas de acción propuestas por la próxima presidenta en torno a los cuidados se aborden de manera integral, para así ampliar su alcance y efectividad.
En distintos foros en los que he participado con Luis Ángel Monroy-Gómez-Franco con motivo de nuestro libro Por una cancha pareja, una pregunta recurrente es que, dado que nosotros planteamos la necesidad de aplicar un enfoque integral de acción gubernamental para acercarnos a una situación de igualdad de oportunidades, ¿cuál política pública debería ser prioritaria? La pregunta es recurrente porque en el libro no se encuentra la respuesta. Sin embargo, ante la necesidad de posicionarnos, no hemos dudado en señalar que la construcción de un sistema de cuidados ofrece múltiples beneficios que pueden ayudar a disminuir el peso que imponen sobre las trayectorias de vida aquellos factores de los cuales las personas no tienen control. En particular, no solamente se generan beneficios para la población que cuida —mujeres en su gran mayoría—, sino también para la que requiere de cuidados (y no olvidemos que todas las personas requerimos de algún tipo de cuidado). Así, por ejemplo, mientras que un sistema de cuidados facilita una mayor participación de las personas cuidadoras en ámbitos como el laboral, el político o el cultural, además del descanso y esparcimiento, también empareja el piso de calidad de los cuidados que reciben la población infantil y la de adultos mayores.
Entre los 100 puntos de la propuesta de Claudia Sheinbaum, identifico once principales que se relacionan con el problema de desigualdad sustantiva y de oportunidades desde la perspectiva de cuidados. En lo referente a apoyos monetarios para las personas, hay dos propuestas. Primero, en cuanto al peso de la carga de cuidados para los hogares y el costo que generan, este se reduce solo parcialmente con la propuesta de apoyo a las poblaciones de adultos mayores y con alguna discapacidad (punto 16). Segundo, en cuanto al apoyo de la mitad de la pensión universal para las mujeres cuidadoras de 60 a 64 años, la propuesta pierde fuerza al proponer un monto menor, ya que al hacerlo le asigna un valor menor al historial y vigencia de la actividad de cuidado (punto 17).
En lo referente a apoyos que no sean una transferencia directa a las personas, pero que tienen un efecto potencial en la carga y la homogeneización de la calidad de los cuidados, en los 100 puntos no existe una propuesta de acción pública directa. Por un lado (punto 24), se anuncia un incremento en los apoyos al programa La Escuela es Nuestra. En ese caso, aunque una de las posibilidades que ofrece el programa es utilizar el recurso para servicio de alimentación u horario extendido, la comunidad escolar es la que toma la decisión al respecto. Por otro lado, la propuesta señala que el horario de la escuela primaria se extenderá de manera gradual con más educación física y artística (punto 26). En ese caso, aunque una acción de este tipo reduciría el tiempo de cuidado de niñas y niños en los hogares, se requiere de un compromiso en torno a la ruta y la meta de ampliación del horario. Un elemento importante de la propuesta (punto 45), el cual tiene un potencial efecto sobre el tiempo disponible de las personas cuidadoras para realizar otro tipo de actividades, en este caso en el mercado laboral, es el referente a la construcción de 500 000 nuevas viviendas. En particular, la propuesta plantea la necesidad de hacer cambios normativos para permitir su ubicación en puntos con mayor accesibilidad y cercanía a los centros de trabajo.
Finalmente, en cuanto al componente titulado Derechos de las mujeres, se hace referencia a la necesidad de garantizar condiciones paritarias de participación y de reconocimiento y defensa de derechos de las mujeres (puntos 48, 49, 50 y 51). Ahí es importante destacar que la articulación de un sistema de cuidados genera un cambio en cuanto al valor social que se les asigna a las mujeres, de tal manera que la normatividad propuesta se vuelve más factible y menos costosa en términos de su implementación. El apartado cierra con dos puntos explícitos sobre un sistema de cuidados (52 y 53). Por un lado, se plantea la creación de centros de cuidado y educación inicial para la primera infancia, lo cual ya desde 2019 es un derecho constitucional que implica la obligación del Estado. La propuesta acota como prioridad su uso para las madres que ya se encuentran en el mercado laboral; no obstante, esto debe ampliarse al resto, pues la no participación se debe, en muchos casos, justamente a la falta de acceso a este tipo de centros. Y por el otro lado, en lo que se refiere al único punto (53) que explícitamente hace referencia al término Sistema Nacional de Cuidados, resulta confuso: no se trata de que el DIF apoye a las mujeres a compartir la carga y el tiempo de cuidados, sino de que se establezca la corresponsabilidad entre el Estado, el mercado, la comunidad y los hogares, desde un enfoque transversal y basado en derechos, como lo hemos propuesto desde el Centro de Estudios Espinosa Yglesias.
En conclusión, varios de los elementos básicos necesarios para la articulación de un sistema de cuidados están presentes en la propuesta de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum. A partir de ahí se pueden sentar las bases para ampliar el espacio de elección de las mujeres y mejorar la calidad de los cuidados que reciben ellas y el resto de poblaciones, como lo son la infantil y la de adultos mayores. Sin embargo, para que su efecto en torno a la igualación de oportunidades tenga más alcance y se traduzca en un mayor espacio de movilidad social, se requiere repensar algunas decisiones: los montos de las transferencias vía la pensión universal, la ruta y la meta en lo referente a los horarios escolares extendidos y la creación de centros de cuidado, así como el papel que el DIF debería desempeñar en el marco de un sistema de cuidados. Caso aparte es el de la localización de nueva vivienda por parte del Infonavit: es una gran oportunidad para que su planeación se haga con perspectiva de género.
* Columna publicada originalmente en Aristegui Noticias el 18 de junio de 2024.
1Director ejecutivo del CEEY. X: @robertovelezg