Foto: El extremo sur
Me equivoqué
Rodolfo de la Torre*
Hace un año, en este mismo espacio, escribía sobre “El fin de la pandemia”. Anticipaba su término al concluir noviembre de 2021, con un gran saldo en vidas, pero llegando prácticamente a su extinción. Era el momento de comenzar a evaluar la política pública sobre el manejo del COVID-19, algo que podría tardar años.
Me equivoqué. La pandemia no sólo resurgió en 2022 sino lo hizo dos veces; el costo en vidas ha sido más que grande, ha sido sino catastrófico, y; las primeras evaluaciones sólidas de la política pública contra la pandemia ya están disponibles.
En noviembre 3 de 2021 consideraba que para la tercera semana de noviembre se podría alcanzar el control epidémico del COVID-19. Todo se encaminaba a tal situación, aunque con retraso, al presentarse un promedio bisemanal de 224 casos confirmados por millón de habitantes para la víspera de navidad, cuando cuatro meses atrás esa cifra era de 1,986 casos.
Pese a los signos alentadores al final de 2021, para enero de 2022 el número de casos se había multiplicado por más de 21 veces y, tras un respiro de un trimestre había un nuevo resurgimiento de los contagios a cerca de tres mil en julio de ese año, de acuerdo a cifras de Our World in Data. Para el inicio de 2023 es factible una reaparición de los contagios. Si hay algo en lo que uno puede equivocarse fácilmente ante una enfermedad como el COVID-19 es en pronosticar su control.
En cuanto a las muertes en exceso la estimación de hace un año, para el periodo que va del inicio de la pandemia al cierre de 2021, rondaba en poco más de 600 mil personas. Hoy, para ese mismo año, INEGI estima se produjeron hasta 704 mil fallecimientos por arriba de lo esperado. Más de cien mil muertes se agregan a un cálculo que ya era de por si grave, llevando el saldo a lo catastrófico.
La principal causa directa de tal exceso de muertes en 2021 fue el COVID-19, incluso en mayor medida que en 2020. Esto es de llamar la atención pues la vacunación por grupos de edades comenzó desde febrero de 2021 y era de esperar que esto aminorará los decesos durante ese año. Sin embargo, la vacunación no avanzó como era de esperarse. Hace un año el 48% de la población tenía un esquema inicial completo de vacunas (no se cuentan refuerzos), mientras para octubre de 2022 esta cifra alcanzó apenas 64%.
Los rezagos en vacunación respecto a otros países son signos de un manejo inadecuado de la pandemia. Por ejemplo Chile y Brasil alcanzan el 92% y el 80% de su población. También lo es que la previsión que hacía de la perdida de tres años de esperanza de vida para el país en 2020 haya resultado en más de cuatro años, de acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (otro pronóstico errado de mi parte).
El mal manejo de la enfermedad por parte de México lo confirma el reciente informe de la comisión de la revista médica The Lancet sobre las lecciones para el futuro de la pandemia de COVID-19. Esta referencia mundial sobre asuntos de salud muestra que nuestro país fue el que presentó el mayor número de fallecimientos por cada millón de habitantes atribuibles a los contagios, uno de los más prolongados cierres del sistema educativo en el mundo y la segunda mayor caída en el crecimiento económico entre las grandes economías del planeta.
La comisión de The Lancet destaca el mal diseño de las políticas públicas, el inadecuado reconocimiento de los efectos de la enfermedad y la debilidad presupuestal de los sistemas de salud como elementos que agravaron el manejo de la pandemia en general. En particular, pone a México como ejemplo de “ineficacia política” citando “declaraciones muy irresponsables” del presidente López Obrador, junto con las de los presidentes Bolsonaro y Trump.
Me equivoqué: subestimé la persistencia de la pandemia y sobreestimé la capacidad del gobierno mexicano para hacerle frente.
*Director en Movilidad Social del CEEY. Columna publicada originalmente en Arena Pública el 3 de noviembre de 2022.