Foto: El Confidencial

Musk, Twitter y López Obrador

Julio Serrano*

A Elon Musk le están lloviendo las críticas por tratar de echarse para atrás en su compromiso de comprar Twitter. Este es el más reciente capítulo en la controvertida carrera del hombre más rico del mundo. Por lo general, la opinión sobre Musk se ubica en los extremos: o la gente lo admira o lo odia. Yo me encuentro entre los primeros. No creo que López Obrador comparta mi opinión.  

Sobre Twitter. Tengo que admitir que esta saga no ha sido favorable para Musk. Me queda claro que tuvo lo que se conoce en inglés como buyer’s remorse (arrepentimiento de comprador). Es entendible. Poco después de anunciar la compra de la empresa en 44 mil millones de dólares, los mercados bursátiles de Estados Unidos y del mundo se desplomaron. Las acciones más afectadas han sido las tecnológicas, donde está Twitter.  

Nasdaq, un índice estadounidense cargado de empresas tecnológicas, ha caído cerca de 30% en lo que va del año. La acción de Twitter está muy por debajo de lo que ofreció Musk. A nadie nos gustaría comprometernos a comprar algo a un precio y ver que unos meses después se vende con un enorme descuento. 

Musk está haciendo lo posible por cancelar la compra bajo el argumento que Twitter le ha proporcionado información falsa sobre el número de bots que operan en la plataforma. El caso ya está en las cortes de EU y se ve cuesta arriba para Musk ya que hay un contrato de por medio.  

Pero aun cuando gane Twitter esta instancia, se ve difícil que pueda obligar Musk a desembolsar los 44 mil millones de dólares que no quiere pagar. El pleito se puede extender por años. Un probable desenlace es que las partes se acaben arreglando y se concrete la transacción a un precio de compromiso (no tan alto como el que acordó ni tan bajo como al que cotiza la empresa actualmente). 

Sobre las posturas que genera Musk, me pregunto de qué lado está López Obrador.  

Como cualquier ser humano, Musk tiene defectos y, como sucede con personajes de este calibre, suelen ser de una magnitud similar a sus virtudes. La manera en la que ha manejado el tema de Twitter ha resaltado algunos de ellos. Pero la balanza en mi opinión cae firmemente del lado positivo. 

Es de los emprendedores de más impacto de nuestra era. Sus negocios —desde Tesla a SpaceX y Neuralink— tienen el potencial de mejorar nuestras vidas. Tesla, por ejemplo, es el principal responsable de mover la industria automotriz hacia vehículos más ecológicos.  

Pero para López Obrador, Musk puede ser un “aspiracionalista”, término que ha usado para descalificar a quienes buscan mejorar sus vidas a través del mérito. Musk no nació rico. Pagó la universidad con su trabajo y fue gracias a su esfuerzo y talento que se convirtió en el más rico del mundo. Su historia es de enorme movilidad social y no sería posible fuera del capitalismo, el sistema que tanto critica el Presidente.

*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada en Milenio el 21 de julio de 2022.