Crédito: Arena Pública
Nobel a la construcción de instituciones
Los premios Nobel de Economía 2024 analizan el papel de las instituciones políticas y económicas para alcanzar la prosperidad y como fortalecerlas con la promoción de la igualdad de oportunidades. Lo que han dicho para México explica mucho de nuestro rezago, y lo que sugieren para remediarlo advierte que actualmente no vamos por buen camino. Sus hallazgos y propuestas tienen importantes limitaciones, particularmente para explicar el desarrollo en China, pero no pueden ser ignorados.
Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson han sido distinguidos con el premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel por demostrar la “importancia de las instituciones sociales para la prosperidad de un país. Las sociedades con un Estado de derecho deficiente y con instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para mejor. La investigación de los galardonados nos ayuda a comprender por qué”, según el Banco Central de Suecia, quien otorga el galardón.
Acemoglu, en particular, examina el papel que juega la igualdad de oportunidades en la democracia. Encuentra que cuando las personas tienen altas probabilidades de terminar en cualquier posición social y la clase media es amplia, es decir hay una alta movilidad social, los ciudadanos no se inclinan por concentrar el poder en pocas manos, ni en autoritarismos populistas, ni en oligarquías que promueven el interés de unos cuantos. La igualdad de oportunidades contribuye a estabilizar la democracia.
Acemoglu y Robinson enfatizan la naturaleza “extractiva” de las instituciones prevalecientes en México, las cuales favorecen la concentración del poder y los recursos en pocas manos. Estas inhiben la innovación y el crecimiento económico, debilitan el estado de derecho y generan una persistente desigualdad. Su ejemplo emblemático es el enriquecimiento de Carlos Slim, al que se le vendió con facilidades la empresa de telecomunicaciones pública, con todo su poder monopólico, para su explotación privada.
En contraste, en otras economías las instituciones son “inclusivas”, pues favorecen la pluralidad política y la competencia económica. Esto permite el avance tecnológico, la elevación de la productividad, el cumplimiento de la ley y una baja desigualdad de oportunidades. Ejemplo de enriquecimiento en este marco institucional es Bill Gates, quien acumuló su fortuna revolucionando la computación en vez de aprovechando favores políticos o abusando de recursos legales para proteger su poder mercado.
De acuerdo con los premiados, el cambio institucional es más factible tras crisis económicas temporales (como la recesión de 1994 en México) o cuando hay una amplia movilización popular facilitada por una elevada y persistente desigualdad (quizás como las elecciones de 2018 en el país). Sin embargo, estos cambios no necesariamente disminuyen el poder de las elites políticas y económicas, y pueden conducir a nuevas formas de autoritarismo o captura de las instituciones democráticas.
Los Nobel son explícitamente críticos de las instituciones informales que favorecieron el capitalismo de ‘cuates’ y de las reglas formales abusadas por los poderosos históricamente en México. Sin embargo, respecto a nuestra coyuntura también hay una crítica implícita. En la medida que la reforma al Poder Judicial sea una captura partidista del sistema de justicia no se avanza hacia instituciones que promuevan el desarrollo sostenido, sino a la mera sustitución de unas elites rentistas por otras.
Pese a su notable visión, la aportación de los Nobel ha sido puesta en duda y suscitado severas críticas. Por un lado, se señala la incapacidad de su teoría, que liga el avance económico a la democracia, para explicar el enorme desarrollo económico dentro regímenes autoritarios, como el chino. Por otro, se acusa a los Nobel de combinar una historia simplista con modelos estadísticos avanzados, de hacer una “Wikipedia con regresiones”, de relatar accesiblemente cuentos sofisticados, pero poco rigurosos.
Mas allá de la controversia, hay valiosas ideas en las obras de los recientes premios Nobel en economía que son pertinentes para México que no deben ser pasadas por alto. En particular que la enorme y persistente desigualdad económica no promueve la construcción y la preservación de instituciones democráticas, y que la destrucción de instituciones democráticas para retener y acrecentar el poder político no es buena, a la larga, para la prosperidad compartida.
* Director de Movilidad Social del CEEY. Columna publicada originalmente el 16 de octubre de 2024 en Arena Pública.