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Primero los pobres y de la mano los demás

Julio Serrano*

Por el bien de todos, primero los pobres. Este lema de López Obrador hace todo el sentido del mundo, sobre todo en un país en el que más de 50 millones de sus habitantes viven en esa condición. Sin embargo, para ayudar a los pobres se requiere de los demás: de empresas y de personas que paguen impuestos y ofrezcan trabajos. Por el bien de los pobres, el Presidente no debe permitir que el sector formal se derrumbe ante la terrible crisis que se avecina a causa del coronavirus. 

Hasta ahora, el gobierno ha priorizado acertadamente el apoyo a los pobres mediante una serie de programas, como el adelanto de pensiones a millones de adultos mayores. Pero estas iniciativas son demasiado limitadas y se quedan cortas —muy cortas— más de lo requerido. Prácticamente ausente de los apoyos públicos está el sector formal. México es de los países que menos recursos como proporción del PIB está destinando a este fin. De no rectificar el rumbo, López Obrador corre el riesgo de afectar precisamente a la población que más le preocupa. 

Para financiar los programas sociales enfocados a la población de menores recursos que tanto promueve el Presidente, el gobierno necesita dinero. El gobierno no genera dinero, lo recauda de los impuestos que pagan las empresas y personas del sector formal. Si éstas sufren, entonces sufrirá también la recaudación y en consecuencia los pobres.  

Considerando que los pronósticos de impacto económico de la crisis alcanzan una contracción de 8% del PIB en 2020, el daño al sector formal podría ser mayúsculo. No hay que olvidar que empresas quebradas no pagan impuestos y que trabajadores desempleados tampoco. 

Además, perder una buena parte del aparato productivo golpeará considerablemente la capacidad de la economía de crear fuentes de trabajo formales en el futuro, aquellas que el gobierno debe apuntalar para detonar la movilidad social y sacar a los más pobres de su condición de manera permanente. Ayuda asistencial como la que ofrece puede resolver necesidades inmediatas, pero para atacar la permanencia de la pobreza hay que contar con empleos formales, ingresos constantes y seguridad social. 

Lo que es peor, la crisis puede provocar que millones de personas que trabajan en el sector formal pierdan su trabajo y se incorporen a las filas de desempleados e incluso caigan en la pobreza. Esto incrementará aún más los apoyos sociales que tienen que ofrecer al mismo tiempo que reduciría sus ingresos. El CEEY, centro de estudios en el que participo, estimó que la pandemia podría sumir en la pobreza a otros 21 millones de mexicanos, una cantidad aterradora. 

Le saldría mucho más barato al gobierno gastar miles de millones de pesos hoy, aunque esto implique abandonar la arraigada disciplina fiscal del Presidente y su fobia hacia un mayor endeudamiento, que dejar que buena parte de la planta productiva se desmorone. Por eso, sí, primero los pobres. Pero de la mano los demás… por el bien de todos. 

*[email protected] 

2020-04-15T15:17:50-05:00