Una aspiración legítima
Roberto Vélez Grajales*
El pasado 14 de junio el presidente López Obrador describió a un sector de la clase media como una “muy individualista, que le da la espalda al prójimo, aspiracionista, que lo que quiere es ser como los de arriba y encaramarse lo más que se pueda”. Una semana después, el presidente afirmó que “sí queremos una clase media, desde luego, queremos sacar de la pobreza a millones de mexicanos, para constituir una nueva clase media, más humana, más fraterna, más solidaria”. Aunque la motivación original del presidente era su análisis sobre los recientes resultados electorales, con el paso de los días se vio en la necesidad de declarar que la existencia de la clase media es un objetivo, señalando las particularidades deseadas de ésta.
¿QUÉ SIGNIFICA SER CLASE MEDIA?
En general, se puede definir de dos maneras. En términos relativos, la clase media se conforma de la población que se encuentra alrededor de la parte media de la escalera social. En cambio, en términos absolutos la definición de clase media no depende de la posición, sino de ciertos atributos relacionados con el nivel de ingreso y los patrones de consumo.
En la noción absoluta de clase media existe toda una discusión sobre qué tipo de recursos se requieren para poder serlo. Una manera de establecerlo tiene que ver con la definición de pobreza, ya que la población que no se encuentre en esa situación se ubicará en, al menos, la clase media. De hecho, esa es la definición utilizada por el presidente López Obrador al señalar el objetivo de sacar de la pobreza a millones de mexicanos. A lo anterior habría que agregar una condición de sostenibilidad: no se trata de salir de la pobreza para volver a caer en ésta, sino que hay que lograr mantenerse fuera de ella en todo momento.
¿CÓMO HACER CRECER A LA CLASE MEDIA?
Un resultado de la ampliación de las opciones de movilidad social es el crecimiento de la clase media. Dicha ampliación se ubica en al menos tres ámbitos de la vida de las personas: inversión, realización y aseguramiento.
La inversión se refiere a la formación de capacidades, de tal manera que las personas puedan desarrollar todo su potencial. Para lograrlo tenemos que construir pisos de arranque parejos, es decir, desligados de las circunstancias de origen de las personas, en aspectos tan cruciales como el acceso y la calidad de los servicios de educación y salud. Ese es un gran pendiente del país.
La realización tiene que ver con el funcionamiento de las capacidades adquiridas por las personas que, en una economía, se refleja en el mercado laboral a través de la inserción y avance profesional de las personas. Para lograrlo, se requiere de equidad de trato e igualdad de oportunidades en el mercado laboral. En México, la dualidad formalidad-informalidad es una traba importante para alcanzar esto.
El aseguramiento se refiere a los esquemas de protección social ante eventos adversos que enfrentamos, como lo puede ser la enfermedad o el propio desempleo. También, el aseguramiento juega un papel importante en el momento de la jubilación, cuando las personas requieren de una pensión. Para lograrlo, se necesita construir un sistema de protección social universal que todavía no existe.
UNA NUEVA CLASE MEDIA
Eliminemos las barreras a la movilidad social para que la clase media crezca. Al contar con una clase media amplia, el financiamiento de la inversión en capacidades, la realización y el aseguramiento antes descritos se vuelven sostenibles y mejorables en el tiempo. En un contexto así, la solidaridad no solamente es deseable, sino que es factible. No se trata de una decisión individual, sino de un diseño institucional que cristaliza un acuerdo colectivo. Esa es una aspiración legítima.
*Director Ejecutivo del CEEY. Twitter: @robertovelezg. Columna publicada originalmente en Reforma el 11 de julio de 2021.