¿El sistema de seguridad social en México impulsa la movilidad social?
Más de cien millones de personas están afiliadas a alguna de las instituciones del sistema de seguridad social en México, pero los servicios que estas ofrecen no son homogéneos ni en su tipo ni en su calidad, lo que genera desigualdades e irregularidades.
La seguridad social en nuestro país está fragmentada prácticamente desde sus orígenes en 1943, cuando se promulgó la Ley que dio vida al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), protegiendo de esa manera a los trabajadores asalariados de la economía formal bajo un esquema contributivo en el que participan trabajadores, empleadores y gobierno, al ofrecerles seguros en materia de salud, maternidad, invalidez, fallecimiento y vejez, entre otros.
Posteriormente se crearon otras instituciones para brindar servicios similares a trabajadores del Estado y las fuerzas armadas. Sin embargo, con el tiempo y con el crecimiento de la población ocupada en el sector informal también aumentó rápidamente la población que no cuenta con una protección social formal y la brecha de oportunidades en seguridad social se amplió entre afiliados y no afiliados.
Diferencias verticales y horizontales
La desigualdad se ha reducido a partir de la creación del Seguro Popular (SP) en el 2003, particularmente al ayudar a evitar los gastos de bolsillo, pero persisten las diferencias dentro y entre los servicios otorgados por las distintas instituciones y en sus estructuras administrativas, que contribuyen a la ya existente heterogeneidad y por ende a la desigualdad. Si bien la seguridad social es ahora notablemente mejor que en las últimas décadas del siglo pasado, la fragmentación del sistema le da continuidad a la inequidad.
Una de las mayores diferencias es la coexistencia misma de esquemas contributivos y no contributivos, lo que, de manera indirecta, retroalimenta la informalidad laboral en detrimento de la economía y reforzando el estancamiento de la movilidad social. Adicionalmente, al no contar con un registro nacional de los usuarios de los servicios de salud, no se pueden detectar las duplicidades de afiliación en el sistema que generan un uso inadecuado de los recursos.
También es importante resaltar la variedad en los esquemas de financiamiento de las instituciones, que en el sistema contributivo pueden representar cargas excesivas para los trabajadores con menores salarios. El CEEY ha presentado diversas propuestas de política pública para ajustar y reestructurar el sistema de seguridad social en México, incluyendo los modelos de financiamiento, como el documento de trabajo Reforma de la Hacienda Pública y de la Seguridad Social en México. Evolución Reciente y Factibilidad Financiera, en el que se analiza la situación actual del sistema y se exploran diferentes estrategias para su mejoramiento.
La fragmentación de la protección social incide en la estratificación de la sociedad y obstaculiza el acceso a un sistema de cobertura integral; esto tiene un particular efecto negativo en la movilidad social intergeneracional, debido a la magnitud de la transmisión de la desigualdad de padres a hijos en las dimensiones de salud, seguros y pensiones. Unificar el sistema de seguridad social y darle cobertura universal bajo un modelo financiero eficiente, permitiría lograr una importante reducción en la inequidad y dar el impulso a la movilidad ascendente que tanto necesitamos.