Foto: El Universal

AMLO, también bueno para empresarios

Julio Serrano Espinosa*

Se ha convertido en casi un dogma que López Obrador es malo para la iniciativa privada. Entiendo por qué. Es fácil sustentar esta afirmación. Sin embargo, la realidad es más compleja y no es solo negativa. De hecho, los empresarios tienen mucho que agradecerle al Presidente. 

Empecemos por lo malo. Desde que asumió el poder, López Obrador tomó decisiones que perjudicaron el clima de inversión. La cancelación del Aeropuerto de Texcoco —una tercera parte construido y la mejor opción para cubrir nuestras necesidades aéreas para las próximas décadas—, representó un hito que generó escalofríos en el mundo corporativo. Este fue el pecado original. 

A lo largo de su administración ha continuado con la misma línea. La cancelación de la planta cervecera de Constellation Brands en Mexicali —70% construida y con más de mil millones de dólares invertidos— fue otro golpe a la confianza empresarial. Igual que con el Aeropuerto de Texcoco, la decisión se tomó sin respetar los compromisos adquiridos. 

Gran parte de los afrontes contra la iniciativa privada se han concentrado en el sector energético. Al Presidente no le gusta que los privados compitan con el gobierno cuando se trata del petróleo y la electricidad. Es un tema ideológico. Su filosofía —anclada más en los setenta que en la actualidad— es que el Estado debe ser el único jugador en este estratégico sector. Por lo mismo ha luchado en contra de la reforma energética de Peña Nieto y de las empresas privadas que han participado en ella. A raíz de esta actitud y de otras medidas hostiles, la inversión privada se ha deprimido. Muchos empresarios están renuentes a tomar riesgos por la falta de certidumbre. 

Bajo esta óptica no hay nada para calificar a López Obrador como un promotor de los empresarios. Al contrario. No obstante, existe otro lado de sus políticas que los ha beneficiado ampliamente. Me refiero al macroeconómico. 

El Presidente es un fanático de la austeridad. No le gusta la deuda ni la inflación. Le molesta la devaluación del peso frente al dólar. En todas estas variables, su gobierno ha mantenido disciplina. A un populista, como frecuentemente lo califican, no le importaría que se pierda el control. No es el caso. Un entorno macroeconómico estable es un factor clave para que las empresas prosperen. 

Por supuesto que a los empresarios les gustaría que el Presidente cambiara su retórica y desplantes en contra del capital privado. Pero el punto es que, a diferencia del consenso popular, no todas sus políticas son nocivas para ellos. 

Ahora bien, dudo mucho que la política macroeconómica de López Obrador tenga como objetivo principal beneficiar a los empresarios. Su intención primordial, en mi opinión, es evitar que el país vuelva a caer en una crisis como las del pasado. Que a la iniciativa privada le convenga este escenario es secundario para él. Aún así, los empresarios deben reconocer que, en el importante frente macro, el Presidente ha sido favorable. 

*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 5 de agosto de 2021.

2021-08-05T12:20:42-05:00