Banxico y la disyuntiva ante la inflación
Julio Serrano Espinosa*
Puede parecer un tema académico, ajeno al interés general, cuyas consecuencias se mantienen en la esfera macroeconómica. No es así. La inflación nos afecta a todos, en particular a los que menos tienen. De ahí que las decisiones que toma el Banco de México sean tan relevantes.
No está fácil la posición en la que se encuentra Banxico. Los datos recientes de inflación han estado más altos de lo deseado y las expectativas para 2021 han ido creciendo de manera significativa en los últimos meses. El banco central estima que cerremos el año en 5.7%, mientras que el consenso de los analistas del sector privado anticipa 6%; muy lejos de la meta inflacionaria anual de 3%.
Ante este panorama, Banxico ha subido su tasa de referencia dos veces desde junio, un cambio de tendencia después de dos años de bajas constantes. La estrategia hace sentido en términos inflacionarios, pero no está libre de riesgos. Aumentar el costo del dinero es un lastre para la actividad económica, lo que puede afectar la creación de empleos.
Esta disyuntiva está generando diferencias internas. La Junta de Gobierno del banco aprobó la última alza en la tasa de interés de referencia en un voto dividido de tres a favor y dos en contra. A un bando le parece preocupar más la inflación y al otro el crecimiento económico.
Entiendo el nerviosismo sobre mayor inflación. Más allá de tener un mandato constitucional para controlarla, Banxico es consciente del daño que puede causar. La inflación funciona como un impuesto regresivo. A quienes más afecta es a los más pobres, quienes destinan la mayor parte de sus ingresos a la canasta básica. El problema se agrava cuando ya no hay margen de maniobra. Esta dinámica ha contribuido al preocupante aumento en el número de mexicanos pobres, en particular de pobres extremos, que recién dio a conocer el Coneval.
Como la inflación les pega a los más pobres de manera desproporcional —los más ricos tienen la capacidad de proteger sus ahorros con instrumentos financieros y destinan una proporción baja de sus ingresos al consumo—, su incremento también puede fomentar la desigualdad.
Estás consecuencias explican los votos a favor de subir tasas en Banxico. Sin embargo, el contraargumento es igualmente poderoso. Dinero más caro puede provocar una desaceleración económica, con el impacto en empleo correspondiente; justo lo que no necesitamos en estos momentos.
La posición de López Obrador ha sido ambivalente. En el pasado ha criticado al Banxico por subir tasas y sofocar la economía, pero ahora parece más preocupado por la inflación. Le quedan claro los estragos que puede causar en los pobres y se ha mostrado más abierto a una política monetaria restrictiva para frenarla. En una mañanera reciente incluso dijo estar de acuerdo con el banco en subir tasas. Dónde se inclinará la balanza entre las fuerzas procrecimiento y contrainflación nos debe importar a todos.
*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 26 de agosto de 2021.