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Buen paso para incorporar a los informales

Julio Serrano Espinosa*

Hacienda ha hecho un gran trabajo cobrándoles impuestos a los grandes contribuyentes en los últimos años, en ocasiones empleando tácticas que para algunos rayan en el acoso. Muy distinta ha sido su actitud hacia los pequeños y medianos, en particular aquellos que operan en la informalidad. Por fortuna parece que esto está cambiando. Aunque apenas representa un paso menor de lo que se requiere, el gobierno por fin está implementando medidas para atacar la falta de pago de un gran segmento de la población.

Con el nuevo Régimen de Simplificación de Confianza, el cual forma parte de la miscelánea fiscal 2022, el SAT busca que emprendedores y pymes que se encuentran en la oscuridad fiscal dejen de estarlo. Su estrategia no consiste en castigarlos por no pagar impuestos, sino en otorgarles incentivos para que lo hagan, es decir, ofrecerles una zanahoria en lugar de un palo. La apuesta es que, con un sistema fácil de aplicar, bajas tasas impositivas y certeza jurídica, la base tributaria se amplíe hasta 30% en un lapso de tres a cinco años.  

La simplificación es uno de los principales atractivos de la iniciativa. No se requerirá un ejército de asesores para calcular el impuesto y aprovechar las deducciones. Se partirá del monto de ingresos y se aplicará una tasa de ISR. Así de fácil. Las tasas, además, serán bajas: irán de 1 a 2.5%, dependiendo del nivel de ingresos. Estos cambios tienen el potencial para beneficiar a 10.2 millones de personas físicas con actividad empresarial (82% del total) y a 2.1 millones de empresas (96% del total). El nuevo régimen también tiene la ventaja de desincentivar el uso de prácticas ilegales como el uso de facturas falsas.

México es un país que históricamente ha castigado la formalidad y premiado la informalidad. Los altos impuestos y la burocracia hacen costoso tener un trabajo formal u operar un negocio que cumple con el marco legal. Por otro lado, beneficios sociales —como pensiones y acceso a servicios de salud— están disponibles a toda la población, sin importar si pagan impuestos o no. El resultado es que casi seis de cada 10 mexicanos ocupados trabajan en la informalidad.  

Lo más loable de la iniciativa de Hacienda es que intenta aumentar la recaudación atacando la informalidad y no subiendo impuestos. Está claro que no dejará de presionar a las 12 mil empresas que conforman los grandes contribuyentes y que aportan la mitad de los ingresos tributarios, pero por lo menos ya está volteando a los millones de personas físicas y morales que no cumplen con sus obligaciones.

Una crítica al esquema propuesto es que se premia a los informales y a quienes pagan menos impuestos de los que deberían otorgándoles condiciones más atractivas de las que tienen quienes han cumplido cabalmente con sus compromisos fiscales. Aun así, vale la pena aplaudirle al SAT su interés en atacar la informalidad. Espero que este sea el primero de muchos esfuerzos en ese sentido.

*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 30 de septiembre 2021.

2021-09-30T18:46:34-05:00