¿Cómo pueden los ciudadanos promover la movilidad social en México?
La ciudadanía no solo es un agente involuntario en el proceso de la movilidad social en México y no tiene por qué serlo. Si bien no podemos influir en todas las dimensiones que influyen en la movilidad, existen factores que se encuentran dentro de nuestros marcos de acción y en los que podemos tener un impacto.
La responsabilidad del desarrollo social y económico de nuestra población no solo recae en el Estado o en las instituciones, es un deber compartido por todos los integrantes de la sociedad que requiere de nuestro involucramiento y participación.
Políticas públicas y acciones individuales
Las expectativas de las familias que se encuentran en las condiciones más pobres de alcanzar niveles de ingreso iguales o superiores al promedio en sus países están seriamente afectadas por la baja movilidad y la desigualdad a nivel mundial. Esto ha llevado a organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a desarrollar recomendaciones de políticas públicas que permitan mitigar los efectos de la inequidad y promover la movilidad social.
Dichas políticas deben sentar las bases y abrir el acceso a las oportunidades para que a partir de ellas sean los ciudadanos quienes realicen los esfuerzos necesarios para su desarrollo, bajo expectativas realistas y alcanzables que los motiven a tomar decisiones a favor de su prosperidad. Cuando la carga de las aspiraciones no se ve aliviada por la igualdad de oportunidades, se corre el riesgo de caer en la generación de falsas esperanzas que dan lugar a un estado de frustración que conduce a la inmovilidad.
Independientemente de la implementación de políticas adecuadas por parte de las instituciones, existe un número de acciones que los ciudadanos podemos llevar a cabo y que impulsarán a la movilidad social. Es importante que estas actividades se conviertan en hábitos positivos, visibles a los integrantes de nuestros grupos sociales y los grupos aledaños; las acciones, logros y opiniones de los miembros de nuestro entorno siempre tendrán una influencia en nuestras aspiraciones y esto a su vez tendrá un impacto en la movilidad social.
Entre otras estrategias los ciudadanos pueden poner en práctica, dentro de sus posibilidades y a través de diversas iniciativas –como el trabajo voluntario, la actividad de las ONGs, o la acción social responsable de las empresas y de otras organizaciones sociales– el evitar discriminar por nivel socioeconómico a las personas en el acceso a aquellas actividades o recursos que puedan mejorar su formación, salud y acceso al empleo; contribuir a satisfacer las necesidades básicas de los grupos más vulnerables y de los jefes de familia de bajos ingresos, así como ayudar a que sus hijos participen en actividades educativas y reciban atención médica; ayudar a que los jóvenes que crecieron en hogares desfavorecidos puedan terminar sus estudios de educación media y media superior y se inserten en el mercado laboral formal.
Las acciones que realizamos de manera individual se suman a las acciones de nuestros conciudadanos, y en un país como el nuestro, con ya más de 130 millones de habitantes, lo que pudiera parecer como una pequeña aportación se puede convertir en un gran impulso.