De lo vital, las emociones y la movilidad social

Alejandra Jimena Arias Vásquez

Participante en la XII Escuela de Verano sobre Movilidad Social

Pareciera que en los últimos dos años se han acumulado más miedos sociales —a propósito de la pandemia por la Covid-19— pero, si viramos hacia el malestar de finales de los noventa, son los mismos temores los que nos aquejan. Robert Lechner (1998) ya nos advertía sobre el miedo a la exclusión, el cual está sustentado en la desconfianza de poder obtener una educación y capacitación adecuadas. Aun las personas con ocupación temían quedar excluidas de una mejor posición laboral, así como del sistema de salud. Este sentimiento de inseguridad derivado de la falta de medios para tener un estatus social y bienestar, está directamente relacionado con las dimensiones más comunes de la movilidad social: educación; ocupación; ingreso y riqueza y percepción (CEEY 2013). Los resultados de diversas encuestas y estudios sobre el tema en México y en América Latina afirman que nuestro país ya presentaba una baja movilidad desde principios del siglo XXI, sobre todo en las partes extremas de la distribución del ingreso (Vélez y Monroy-Gómez-Franco) y son estos puntos de la escala los que se resaltan dentro de la percepción social, la opinión que se tiene respecto al sector más pobre y rico de la sociedad, para en esa medida conocer las actitudes y desentrañar los elementos que tienden a propiciar una tolerancia a la  desigualdad (Campos-Vázquez, Kozer, et al, 2020).

Alberoni (2001) planteó que cuando la sociedad se encuentra en un momento de cambio es fácil perder el sentido del futuro, sin embargo, apunta hacia las fuerzas que encauzaran a la humanidad hacia lo vital. En este mismo sentido, es casi inercia aspirar a un horizonte de existencia en el que haya pocos obstáculos para elevar el nivel de vida. Las personas en su afán de alcanzar una elevada condición socioeconómica desean riqueza, poder y prestigio porque “son grupos de medios potenciales a nuestra disposición que sirven para satisfacer aquello que ya deseamos y aquello que nace en nosotros de la comparación con los demás” (Alberoni, 2001: 86), estos tres elementos se traducen en la posibilidad de ser desde la visión del autor.

Los estudios de movilidad social pueden abrir el camino hacia lo que Alberoni cree necesario en tiempos de crisis. La distribución de oportunidades puede instarse si se conocen los factores estructurales que afectan en la persistencia intergeneracional, y si bien se reconoce el carácter subjetivo que incide en la movilidad, aún hay que poner mayor atención en las variables psicosociales que tienen un efecto negativo sobre el ascenso de las personas: la depresión es una de ellas. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018-19 del INSP, el 17.9% de los adultos en México presentaron sintomatología depresiva. La misma encuesta, pero del año 2019 considera probable un aumento de la afección por la pandemia. El sentimiento de pertenencia dentro de la familia o un grupo social, puede disminuir las emociones negativas, así como el sentimiento de fatalismo derivados de pertenecer al grupo de ingresos bajos (Palomar, 2006). 

El carácter emocional es importante para ponderar hacia lo vital, así como para tener un movimiento ascendente. El miedo a estar al margen social es una constante, pero quizá, en tiempos de crisis como los de ahora se acrecientan. Poner énfasis en la salud mental de los mexicanos es primordial, así como en la creación de redes de apoyo. La movilidad social está mediada por varios factores y considerarlos todos nos llevará a aminorar las condiciones de origen para la igualdad de oportunidades y darle un sentido al futuro.

Referencias

Alberoni, Francesco (2001). El árbol de la vida. Un aporte para enfrentar los cambios de la sociedad actual. Barcelona: Gedisa. 

Campos-Vázquez, Raymundo M., Krozer, Alice, Ramírez-Álvarez, Aurora, De la Torre, Rodolfo, Vélez-Grajales, Roberto. (2020).  Perceptions of Inequality and Social Mobility. México: Centro de Estudios Espinosa Yglesias

Lechner, Norbert (1998), “Nuestros miedos”, México, Perfiles Latinoamericanos, núm. 13, diciembre, FLACSO-México, 179-198.

Palomar, Joaquina. (2006). La influencia de los factores psicológicos en la movilidad social. Comercio Exterior, febrero. Vol. 56 Núm. 2, 89 -104.

Shamah-Levy T, Vielma-Orozco E, Heredia-Hernández O, Romero-Martínez M, Mojica-Cuevas J, Cuevas-Nasu L, Santaella-Castell JA, Rivera-Dommarco J. (2020) Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018-19: Resultados Nacionales. Cuernavaca, México: Instituto Nacional de Salud Pública.

Shamah-Levy T, Romero-Martínez M, Barrientos-Gutiérrez T, Cuevas-Nasu L, Bautista-Arredondo S, Colchero MA, Gaona Pineda EB, Lazcano-Ponce E, Martínez-Barnetche J, Alpuche-Arana C, Rivera-Dommarco J. (2021) Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 sobre Covid-19. Resultados nacionales. Cuernavaca, México: Instituto Nacional de Salud Pública.

Vélez Grajales, Roberto, Raymundo M. Campos Vázquez y Juan Enrique Huerta Wong (2013). Informe Movilidad Social en México 2013. Imagina tu futuro. México: Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

Vélez-Grajales, Roberto, y Monroy-Gómez-Franco, Luis Ángel (2017). “Movilidad social en México: hallazgos y pendientes”, Revista de Economía Mexicana, no. 2, pp. 97-142.

Ensayo publicado originalmente en Economía y sociedad de Nexos el 11 de enero.
2022-01-11T11:26:23-06:00