Discriminación y exclusión: barreras para la movilidad social en México
Las desigualdades que afectan a la movilidad social en México tienen diferentes orígenes y las mujeres son las más afectadas, sin importar las causas o los mecanismos detrás de estas.
En México, la exclusión en el mercado laboral tiene rostro de mujer: 86 de cada 100 personas que son discriminadas por razones de etnia, apariencia, color de piel, edad y otras, son mujeres.
Desventajas de origen
Las características del hogar de origen tienen una influencia sobre el desarrollo y los logros de las personas, aunque varía de acuerdo a la región y el lugar donde se ubiquen en la escala socioeconómica, en todos los casos las mujeres son quienes sufren de las mayores desventajas. Una de las causas es la asignación de los roles sociales que se les da a las mujeres, lo cual además se transmite entre generaciones.
Cabe destacar que los roles de género posiblemente influyen en la percepción que las mujeres tienen acerca de su participación en la sociedad, lo cual puede generar un círculo vicioso que incide en sus elecciones. Esa percepción sesgada se puede convertir en un obstáculo para la movilidad social de las mujeres (que de inicio ya es menor que la de los hombres).
También es posible que los roles de género tenga un impacto en la baja participación de las mujeres en las áreas educativas y laborales relacionadas con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, de la misma manera que influye en su alta participación en el trabajo no remunerado: la tasa de inserción de los hombres en el mercado laboral es dos veces mayor a la de las mujeres. Incluso en los sectores sociales, en los que la mujer goza de mayor inserción, sus puestos de trabajo son en general inferiores a los de los hombres.
Una de las consecuencias de la discriminación y la exclusión de las mujeres en el ámbito laboral es la reducción de su capacidad para adquirir recursos (materiales y humanos) que le den la oportunidad de acumular riqueza, generando así persistencia en la parte inferior de la escala socioeconómica y baja movilidad ascendente sin importar el estrato del que provengan. La evidencia muestra que la participación laboral de las mujeres en los países de América Latina tiene un importante efecto positivo en la disminución de la pobreza, la implementación de políticas públicas orientadas a combatir la brecha de género no solo es un proceso de justicia social sino de desarrollo económico para la nación y prosperidad para los ciudadanos.