El peligro de contagio al sistema financiero
* Julio Serrano
En sí misma, la crisis económica que se avecina es muy preocupante. Si se contagia el sistema financiero se vuelve alarmante. Aunque todavía no es tiempo de entrar en pánico, se empiezan a percibir señales de alarma.
A primera vista, el sistema financiero parece sólido. En el último dato reportado a la CNBV, el índice de capitalización de la banca mexicana en su conjunto se ubicaba en 15.75%, muy por encima del 10.5% requerido. Una cifra como esta implica que los bancos pueden aguantar fuertes golpes en su cartera y aún así mantenerse sanos.
El problema es que el dato es de finales de marzo y, como todos sabemos, a partir de entonces la situación económica se ha deteriorado significativamente a raíz del coronavirus. Han pasado tan solo tres meses, pero la capacidad de pago de empresas y personas se ha desplomado. Y los bancos, con todo y sus buenos niveles de capital, han comenzado a resentirlo.
Por lo pronto, Banco Ahorro Famsa ya se declaró en quiebra (bajo la modalidad de Chapter 11 en EU) y tuvo que ser intervenido por el IPAB. La descomposición fue fugaz. Pasó de un índice de capitalización a finales de marzo de 11.34% a uno a finales de junio de -6.02% (de acuerdo con reportes que Famsa disputa).
Lo más delicado es que lo peor está por venir. Como están las cosas en el país, y con pronósticos de contracción económica para este año que rebasan -10% del PIB, podemos esperar que se dispare la morosidad. Muchas empresas quebrarán. Otras que han tenido que cerrar por la pandemia y que verán sus negocios resurgir lentamente tendrán problemas en cumplir con sus compromisos financieros. Lo mismo personas que han perdido su empleo. Es de esperarse que los pagos de hipotecas y de tarjetas de crédito se vean afectados.
Algunos programas han aliviado temporalmente el golpe al sector bancario. El Banco de México bajó las tasas de interés para reducir la carga financiera de los deudores e inyectó una inmensa cantidad de liquidez para apoyar al sistema financiero. Por su parte, los bancos, con el visto bueno de la CNBV, han otorgado periodos de gracia para evitar que sus clientes entren en default. Esta media, enfocada como un alivio a deudores, representa también un salvavidas para los propios bancos. La razón es que, al patear el bote de los defaults, los bancos también están retrasando la necesidad de generar reservas y afectar así su índice de capitalización. Su apuesta es que cuando se levante el periodo de gracia, sus clientes podrán hacer frente a sus obligaciones. No lo veo fácil.
Ya estamos viendo anuncios de grandes empresas como Aeroméxico y Posadas que buscan reestructurar sus finanzas. Cada vez más empresas y personas dejarán de pagar. Habrá que ver cuántos bancos aguantan y cuántos siguen los pasos de Ahorro Famsa.
El peligro es que, si quiebran más bancos, los ahorradores empiecen a apanicarse. El miedo es el peor enemigo del sistema financiero. Si esto sucede, que Dios nos agarre confesados.
* [email protected] | Integrante del Consejo Directivo del CEEY | Columna publicada originalmente en Milenio el 1 de julio de 2020.