Es el momento de la movilidad social

Julio Serrano*

Cuando López Obrador habla de los males sociales que afligen a México, hasta arriba de la lista ubica la pobreza y la desigualdad. El gran ausente es la falta de movilidad social. Omitirla es un error: deteriora el diagnóstico de los problemas y limita el abanico de soluciones. 

No cabe duda de que la enorme pobreza y desigualdad que existen en el país requieren de atención urgente. Más de 60 millones de mexicanos carecen de los ingresos necesarios para alcanzar el mínimo de bienestar, y nuestro coeficiente Gini —el cual mide la concentración en la distribución del ingreso— es uno de los más elevados del mundo. La crisis que acompaña al coronavirus solo agravará la situación. 

Sin embargo, es fundamental entender qué está pasando con la movilidad social, la cual podemos definir como la capacidad de una persona de mejorar su situación socioeconómica de origen. Gracias a los estudios del CEEY, institución en la que colaboro, sabemos que es muy baja. Casi tres cuartas partes de los mexicanos que nacen en los hogares más pobres del país se mantienen en la pobreza cuando son adultos. Esto significa que la pobreza tiene un importante componente reproductivo y que se está desperdiciando mucho talento al limitar la capacidad de desarrollo de millones de personas. 

En el corazón de la movilidad social está el acceso a las oportunidades. Sabemos que el talento se distribuye de manera equitativa, sin importar la condición de origen, por lo que si se amplían las oportunidades también aumentará la movilidad social. El enfoque de las políticas públicas para impulsarla debe estar en darle a la población las herramientas necesarias para salir adelante. Esto va desde acceso a una educación de calidad hasta salud universal. 

Esta misma receta —ampliar el acceso a las oportunidades— se puede aplicar para atacar la pobreza y la desigualdad. Hasta ahora, el Presidente ha optado por otras medidas. Muchos de sus programas para combatir la pobreza tienen un sesgo asistencialista en lugar de buscar promover el desarrollo de las personas. Sí, ha impulsado programas como Jóvenes Construyendo el Futuro, un esfuerzo bien intencionado y en la dirección adecuada, pero con un diseño y ejecución que dejan mucho que desear. 

En el frente contra la desigualdad, López Obrador parece optar por atacar a los ricos en vez de darles a los menos favorecidos todas las oportunidades posibles para salir adelante. Su contrarreforma educativa, por ejemplo, no ayuda nada a la movilidad social y, en consecuencia, a la reducción de la pobreza y de la desigualdad. 

Al introducir la movilidad social a su análisis, el Presidente tendrá un diagnóstico más completo de la problemática social del país y, más importante aún, contará con mejores herramientas para estructurar sus programas. Incorporar el acceso a las oportunidades no solo fomentará la movilidad social, sino ayudará a hacer frente a la pobreza y la desigualdad de una manera más efectiva y menos polarizante. 

* Integrante del Consejo Directivo del CEEY

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Columna publicada originalmente el jueves 28 de mayo en Milenio.

2020-05-29T09:24:45-05:00