Inclusión Financiera Mujeres

* Enrique Díaz-Infante Chapa

El Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) presentó el pasado 30 de junio pasado “El Reporte de Inclusión Financiera de las Mujeres para la Movilidad Social”. El mismo es resultado de las discusiones de un grupo de expertas convocadas a finales de 2018 por el CEEY para discernir, bajo un formato Chatam House, sobre políticas públicas al respecto.

El Reporte da cuenta de la relación positiva que existe entre la inclusión financiera de las mujeres y la movilidad social. Concluye que, si se logra que las mujeres tengan una participación más activa en el sistema financiero, estarán en mejor posición para poder decidir sobre el uso y destino de sus recursos. Lo anterior en razón de la mayor inversión que puede reflejarse en su propio capital humano y el de sus familias.

El trabajo de investigación del CEEY, presenta varios hechos que ilustran el problema de baja inclusión financiera de las Mujeres en México y de la brecha de género que existe al respecto y de los impactos negativos que esto tiene en la movilidad social de la población en general. Según el Global Findex (2017), 7 de cada 10 mujeres carecen de acceso a una institución financiera formal y 2 de cada 10 usan internet para el manejo de cuentas bancarias. Aunque con los años ha habido una disminución en la brecha de género —sobre todo en zonas rurales—, esta es aún de alrededor de 7 puntos porcentuales con respecto a los hombres.

En el CEEY hemos encontrado que estos problemas de baja inclusión financiera y de brecha de género, encuentran su origen –en gran medida- en el mercado laboral. Las mujeres, en comparación con los hombres, perciben menos ingresos provenientes de empleos formales. Según la Encuesta Nacional de Ingreso y Gastos de los Hogares (enigh 2016), únicamente 43.8 % de ellas participa en el mercado laboral frente a 77.5% de los hombres que lo hace. Además, muchas de ellas reciben los salarios más bajos, lo que repercute en las posibilidades de ahorro, inversión, acumulación de capital y bienes, así como en sus posibilidades de acceso a productos de crédito y financiamiento.

La inclusión financiera de las mujeres –como se señala en el reporte- generalmente es de baja calidad en cuanto a costo, plazo, garantías, entre otros aspectos. En el reporte se da cuenta de que las instituciones financieras aún no cuentan con productos eficaces que cubran las necesidades de las mujeres. Lo anterior se agudiza en quienes viven en situación de pobreza.

Un hallazgo de la investigación, es en relación a la manera en que el ciclo de vida influye negativamente, de manera más contundente sobre las mujeres que sobre los hombres; en su inclusión financiera. Esta genera que haya intermitencia en el mercado laboral —y salarial— lo que impacta en su capacidad de ahorro y acceso al crédito formal. Además, deriva en que las mujeres en esta situación se empleen en el mercado informal, mismo que les trae salarios que suelen ser bajos e irregulares. Una vez que se incorporan en la informalidad, es por demás complicado volver a la formalidad laboral.

Todo lo anterior – según se señala en el Reporte- conlleva que las mujeres tengan menor capacidad de ahorro y que no se les considere para otorgamientos de créditos por parte de las instituciones financieras. Esto genera un círculo complicado de romper: por lo general no tienen activos a su nombre, por lo que no tienen colateral para acceder a créditos. Además, no suelen tener independencia económica y, en muchas ocasiones, tampoco son libres de tomar decisiones de índole financiera dentro de sus hogares. Estas desigualdades se ven acentuadas por el hecho mismo de que las mujeres reciben menos educación que sus pares hombres, y el ámbito financiero no es la excepción.

Además, el Estudio da cuenta de los problemas de «pobreza de tiempo» y de los «altos costos de organización» que afectan a las mujeres. A ellas se les asigna casi por completo, el rol de cuidadoras de los hijos y de personas que requieren de atenciones especiales dentro de los hogares. Las consecuencias de esto repercuten en todos los aspectos de su vida

En razón de lo anterior, en el Reporte se recomienda que, para cerrar las brechas de género en todo el espectro financiero, se requiere de la intervención del Estado para generar facilidades de acceso, no solo a los productos y servicios bancarios, sino a una mayor educación financiera para las mujeres. Asimismo, se debe trabajar en crear más igualdad entre hombres y mujeres en las tareas de cuidados y en la realización de trabajos no remunerados que afectan de manera más que directa a las mujeres desde la infancia. Así, el empoderamiento económico, las condiciones de inclusión al mercado laboral formal, la protección social, y los apoyos para liberar el tiempo que ellas destinan para cubrir las tareas de cuidados al interior de sus hogares son tareas pendientes que debe cubrir el Estado para la inclusión financiera de las mujeres.

También se propone trabajar en mejorar una mayor inserción en el mercado laboral formal, para después acceder con más facilidad a la apertura de cuentas a sus nombres. También se recomienda a las instituciones bancarias flexibilizar sus requisitos e implementar productos que se adecuen a las necesidades de las mujeres, con la finalidad de que más de ellas puedan tener instrumentos formales de ahorro y crédito.

Asimismo, en el Reporte se presentan recomendaciones para atacar problemas como la escasez de tiempo y cuestiones relacionadas con los elevados costos transaccionales en los que incurren las mujeres para hacer uso del sistema financiero. Así también se hacen recomendaciones para impulsar el que más comercios acepten pagos electrónicos y para hacer uso de la infraestructura de los administradores de corresponsales. Con ello se disminuirían los costos administrativos a los comercios afiliados. Así, el llamado es a ampliar la oferta de servicios de los corresponsales bancarios.

En ese mismo sentido, en el Reporte se hace un llamado a aprovechar las «FinTech» y a los administradores de corresponsales, quienes pueden ser aliados naturales en la solución del problema del tiempo que presentan las mujeres. Para avanzar el uso de la tecnología para mejorar la inclusión financiera en el Reporte se hace un llamado a mejorar los mecanismos de interconectividad a través de la transmisión de señal de internet y vía fibra óptica. Esto facilitaría el uso de pagos electrónicos vía CoDi a través del spei. Además de recomendar el mayor uso de tecnología, se propone otorgar y mejorar la educación y alfabetización financiera de toda la población, pero en específico de las mujeres.

Con independencia del llamado que se hace en el Reporte para mejorar las condiciones laborales de las mujeres se recomienda que los productos se adapten a las necesidades de quienes aún se encuentran en la informalidad. Esta condición hace que las entradas de dinero de las mujeres suelan ser volátiles y, en la mayor de las veces, bajas. Aunado a ello, la situación patrimonial es asimismo precaria. Por esta razón, no solo los esquemas sino los requisitos que piden las instituciones deben cambiar. Al respecto, la innovación, tanto de las instituciones como de las FinTech, debe hacerse presente para poder ofrecer productos de calidad con base en esas características.

El estudio recomienda –en el marco de la Política Nacional de Inclusión Financiera 2020-2024, fomentar la educación financiera y construir canales para transitar gradualmente del financiamiento de actividades laborales informales a actividades formales. Hay un énfasis en el documento en crear mecanismos de protección social estatal para evitar que las usuarias, como ocurre hoy en día, usen créditos para complementar el gasto en educación y protección social de los hogares que debieran ser cubiertos por el gobierno.

La investigación, igualmente hace propuestas para explorar alternativas que permitan resolver la asimetría de información. Para mejorar –cuando se requiere- el uso de bienes inmuebles en garantía, se debe revisar el funcionamiento de los registros públicos de la propiedad y la normatividad aplicable, para facilitar la formalización a nivel nacional de los títulos de propiedad de las mujeres. Ante la ausencia de activos fijos que se den en garantía, el Estudio recomienda usar información de las redes sociales de las mujeres y aquella sobre la frecuencia de pago de los servicios básicos, entre otros, para conocer la reputación de la acreditada.

Otra recomendación que se hace en el Reporte es el usar compromisos que ponen en marcha las entidades financieras para ayudar a sus clientes a recordar -mediante mensajes de texto en sus dispositivos móviles- que deben ahorrar y mejorar su salud financiera. Para mejorar el ahorro voluntario para las pensiones, se sugiere ligar las remesas recibidas a través de transferencias electrónicas, a cuentas de ahorro para el retiro de las mujeres. Se recomienda considerar en el diseño de los productos de ahorro, el ciclo de vida de las mujeres y sus metas para tratar de que –en la medida de lo posible- siempre puedan tener cubiertas sus necesidades. Finalmente, se considera importante crear una pensión universal para mujeres que no se encuentran en el mercado laboral formal.

El Estudio cierra con una agenda de pendientes que pueden incrementar la inclusión financiera de las mujeres. Entre estos son de destacarse algunos fuera del ámbito del sistema financiero, pero que ayudarían a la incorporación de las mujeres al mercado laboral formal y a su protección social en la edad adulta. Tal es el caso de la propuesta de crear un sistema integral de cuidados, que incluya estancias infantiles, estancias para adultos mayores, estancias y atención de personas con discapacidad, para que las mujeres puedan cubrir sus costos de tiempo. También se plantean propuestas tendientes a crear pensiones o seguros para ayudar a aliviar la presión financiera de las mujeres asociada con la edad adulta.

El gobierno de López Obrador, que se dice de izquierda, bien haría en echarle un vistazo al Estudio, para hacerse de propuestas para avanzar en forma sostenible el crecimiento incluyente con equidad a partir de la inclusión financiera de las Mujeres.

Director en Sector Financiero y Seguridad Social del CEEY. Columna publicada originalmente en el periódico Reforma el 8 de julio de 2020.
2020-07-14T07:54:44-05:00