Foto: Expansión Política

La misión casi imposible de la oposición

Julio Serrano*

No me gustaría estar en los zapatos de los estrategas de la oposición. Su misión de restarle poder a López Obrador y su partido en las próximas elecciones se vislumbra casi imposible.  

Ante la peor crisis económica en casi un siglo, más de 100 mil muertos por la pandemia, 11 millones de mexicanos que se sumaron a las filas de pobreza laboral, índices de homicidios cerca del máximo histórico y millones de fuentes de trabajo perdidas, el Presidente goza de una altísima y creciente popularidad. Seis de cada 10 mexicanos aprueban la manera en la que está conduciendo el país.  

¿Qué tiene que pasar para que la gente le dé la espalda a López Obrador? Si su popularidad es tan alta ahora que estamos cerca del fondo de la crisis, ¿cómo estará el 6 de junio del próximo año —el día de las elecciones intermedias— cuando seguramente estemos viviendo una recuperación, aunque sea débil? 

Un grave problema que veo en buena parte de la oposición es que su rivalidad con López Obrador se ha vuelto odio personal, lo que afecta su juicio. El odio es un pésimo consejero. Nubla la razón y exalta las emociones. Para muchos críticos, todo lo que tiene que ver con el Presidente está mal. Pensar así es un error y los altos índices de popularidad que goza en la terrible crisis que estamos sufriendo así lo demuestran. Es obvio que su mensaje está resonando en la población. De hecho, es tan poderoso que para la mayoría ha logrado opacar las malas noticias.  

Demeritar por completo a López Obrador es una receta de fracaso electoral para la oposición, en mi opinión. Su mensaje resuena porque es el acertado. Su diagnóstico de los problemas del país es el indicado. La corrupción y la impunidad tienen harta a la gente. Lo mismo los excesos y privilegios de gobernantes y de gente con poder. Urge apoyar al penoso número de pobres que tiene México, reducir la enorme desigualdad de oportunidades que existe e impulsar la baja movilidad social de los más desafortunados.  

El mensaje es el correcto, el problema es la ejecución. Es ahí donde considero que se puede atacar al Presidente. Buscar oponerse a todo lo que representa sería desacreditar su atinado diagnóstico. En cambio, hay mucho que criticar de los resultados. Hay más pobres y más desigualdad que cuando tomó posesión. Hay menos bienestar. La lucha contra la corrupción y la impunidad ha sido más mediática que real. 

Me queda claro que la falta de resultados no es culpa exclusiva de López Obrador (gran parte le corresponde covid), pero en política no se hacen estas distinciones. El hecho es que no se han dado los beneficios que prometió la 4T. 

Es evidente que la oposición tiene que presentar propuestas concretas que convenzan a la gente que ellos sí pueden ejecutar. No está fácil. Cargan muchos lastres. Lo que no pueden hacer es atacar frontalmente al Presidente y descartar su diagnóstico. El mensaje es el adecuado y el mensajero es un maestro. El foco debe ser en los resultados. 

* Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 3 de diciembre de 2020. 

2020-12-03T12:23:21-06:00