La realidad alternativa de AMLO
Mientras que el resto del mundo toma medidas drásticas contra el coronavirus, López Obrador actúa como si México estuviera en una realidad alternativa, inmune a la pandemia.
Julio Serrano *
Parece increíble lo que está pasando. Si no fuera tan delicada la situación, podríamos interpretar la actitud del Presidente como una ocurrencia más, en línea con la rifa del avión presidencial, pero el asunto no puede ser más serio. Vidas están en juego, la economía está en riesgo. Tan solo hay que ver lo que están haciendo los demás países para apreciar su gravedad.
Alrededor del mundo se han cancelado eventos deportivos y de entretenimiento; se han cerrado restaurantes y bares, y se les ha pedido a los ciudadanos que permanezcan en sus hogares. Cada vez más países están cerrando sus fronteras. Del lado financiero, bancos centrales y secretarías de Hacienda están adoptando medidas cuya magnitud se asemejan a la de las implementadas en la Gran Recesión de 2008.
¿Y nosotros? Actuando con una tibieza, por no decir frivolidad, que llama la atención. Hace apenas unos días, por ejemplo, se realizó Vive Latino, un festival de música en el que participaron 70 mil personas con la anuencia del Gobierno de Ciudad de México.
Pero el caso más desconcertante es el de López Obrador quien, ante el inminente peligro de que se propague el virus y de que explote el número de enfermos en el país, ha promovido los abrazos y mantenido sus giras en las que convive con miles de seguidores. La gente toma al Presidente como referencia para decidir cómo actuar ante la amenaza de la pandemia. Lo que claramente debería estar haciendo es aprovechar su posición de influencia para promover —con palabras y con hechos— las dos estrategias que han demostrado ser las más efectivas para reducir el contagio: (1) el aislamiento social y (2) el lavado constante de manos con agua y jabón.
¿Por qué el gobierno está tomando una postura tan distinta al resto del mundo? ¿O qué ve López Obrador que no ven los demás países?
Una posible explicación es que el Presidente busca mitigar el impacto económico. Quiere asegurarle a la gente que tiene todo bajo control y que las pandemias “no nos harán nada”. Es verdad que lo último que necesita México en estos momentos es el brutal golpe económico que resultará de un miedo generalizado en la población, pero es inevitable. Es un hecho que la situación del país se va a complicar mucho más. Tan solo hay que ver lo que pasó en Asia, Europa y Estados Unidos para ver lo que nos espera. En todos los casos se sigue un mismo patrón. No tenemos que ser visionarios para determinar que se nos viene encima un mega problema.
Si López Obrador dejara de menospreciar el riesgo del coronavirus podría asumir una posición de mayor liderazgo para coordinar las numerosas acciones sanitarias y económicas que urgentemente se requieren. El Presidente puede desear que estemos en una realidad alternativa. Por desgracia, las realidades alternativas no existen.