Los de adelante corren mucho y los de atrás se quedarán
Marco Alejandro Medina Salgado
Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social
México es un país diverso. Diverso en costumbres, tradiciones, comida, cultura y muchas otras cosas. Varios Méxicos conviven en uno solo. Una de las más marcadas divisiones es la impuesta por la distribución de la riqueza: el México del décimo decil contra el México de las más de 50 millones de personas en condición de pobreza. La división no es nueva, sin embargo, momentos como la pandemia actual recalcan su existencia.
No todos viven la pandemia de la misma manera. Al comienzo de la epidemia, se hizo un llamado a la población a guardar cuarentena y aislarse voluntariamente en sus hogares para disminuir los contagios en nuestro país. En ciertos países, el confinamiento fue una estrategia exitosa para aplanar la curva, resultado directo de la capacidad de sus habitantes de mantenerse resguardados. En el caso de México, uno de los principales problemas fue que no todos tienen dicha capacidad: gran parte de nuestro país es de un México que vive al día, que no puede parar y encerrarse.
Las brechas en nuestro país se acentúan con la pandemia. Primero, las personas con menores recursos tienen acceso limitado a servicios de salud, además de ser precarios y deficientes. La muerte es percibida como un evento inevitable para todos los seres humanos; siempre llega, tanto a los ricos como a los pobres. No obstante, las personas en condición de pobreza y menores oportunidades son quienes más están sufriendo: la mayoría de las personas fallecidas por Covid-19 en nuestro país tenían únicamente educación básica. La falta de acceso a salud era ya una brecha importante en nuestro país, pero la pandemia la vuelve evidente para todos.
Segundo, el efecto económico de la pandemia redujo los ingresos de la mayoría de la población mexicana, aunque el impacto es más significativo para las personas en condiciones vulnerables. Más personas pasarán a estar en condición de pobreza junto a los más de 50 millones ya existentes, mientras que algunos incluso caerán en pobreza extrema. Las cifras de los empleos perdidos reflejan que aquellos con menores oportunidades son de los más afectados: los de menor salario, los jóvenes, los adultos mayores, los que tienen menor nivel de estudios. El impacto económico es desigual porque las condiciones económicas existentes ya eran sumamente desiguales; solo hace evidente lo que para unos pocos es invisible y para muchos otros la realidad del día a día.
Aunado a todo lo anterior, la desigualdad de oportunidades en nuestro país hace que la recuperación de estos efectos sea diametralmente distinta entre ricos y pobres. Las personas con menores recursos sufren mayores impactos y sus efectos son más duraderos. La movilidad social de estos grupos se ve gravemente afectada por los efectos de la pandemia, efectos que se conjugan con las barreras ya existentes: tono de piel, género, nivel educativo, entre otras.
La posibilidad de recuperarse y volver al mismo punto anterior a la pandemia depende de los recursos disponibles y son aquellos con mayores recursos los que probablemente lo logren. La pandemia aqueja a todo México, mas no afecta a todos por igual: la distancia entre los distintos Méxicos se agranda, al mismo tiempo que los ya escuetos puentes se derrumban.