Movilidad social en México: la brecha de género

El potencial de las mujeres para lograr movilidad social en México se ve afectada por una serie de factores generadores de desigualdad, entre los que destacan los roles de género.

La combinación de factores complica su situación de diversas maneras, dependiendo de su posición en la escala socioeconómica, las características del hogar de origen o la región en la que habitan.

Barreras y desventajas acumuladas

En diferente medida pero de manera consistente, las mujeres están sujetas a un cúmulo de desventajas. En términos generales, aquellas que se encuentran en los estratos más desfavorecidos tienen menores oportunidades de ascenso que los hombres; mientras que las mujeres en los estratos más altos, tienen más probabilidades de descender que sus contrapartes masculinas. Esta dinámica tiene variaciones entre las dimensiones de educación, ocupación y riqueza, pero la tendencia se mantiene.

Al observar la movilidad educativa, vemos que contar con estudios es menos redituable para disminuir las desigualdades de origen de las mujeres y los niveles alcanzados por sus padres tienen mayor influencia en su inserción al mercado laboral. Esta característica se recrudece en aquellas regiones del país en las que la educación de las hijas no se percibe como una prioridad para su vida futura. El resultado es que, a nivel nacional, solo 16 % de las mujeres con padres sin estudios alcanzan niveles de educación de preparatoria o profesional, comparado con 21 % en los hombres.

Esta desigualdad en educación y capacitación se entrelaza con otros factores y afecta la movilidad ocupacional de las mujeres. Su participación en el mercado laboral es desigual en términos de los sectores en los que prestan sus servicios, con mayor representación en el sector social que en los de construcción o manejo de maquinaria. Por otro lado, el porcentaje de mujeres en el mercado de trabajo (43 %) es apenas la mitad que el porcentaje de hombres (82 %); esto se relaciona en buena parte con el hecho de que las mujeres tienen una participación mayor en el trabajo no remunerado que los hombres.

Un aspecto determinante en el que los roles tradicionales de género juegan un papel importante es el caso de las mujeres con padres en el sector agrícola, en donde ellas presentan una mayor movilidad ascendente que los hombres, ya que serán ellos quienes hereden las tierras de sus padres y ellas buscarán ocupaciones desligadas de la agricultura, pero de baja calificación. Y cuando los padres tienen ocupaciones manuales, la movilidad ascendente de las mujeres es tres veces menor que la de los hombres.

En términos de riqueza, dadas las desventajas generadas por la desigualdad en educación e ingresos, las mujeres de los estratos más bajos tienen menores posibilidades para superar la condición de pobreza; incluso aquellas que se sitúan en las clases medias tienen mayor probabilidad de descender en la escala económica que los hombres. La inclusión financiera es en este caso un factor relevante para equilibrar la balanza y dar a las mujeres la oportunidad de participar más activamente en la economía.

Vivimos en un país que requiere que las mujeres tengan las mismas oportunidades de insertarse en el mercado laboral, además de su inclusión financiera, es prioridad poner en marcha un sistema de cuidados como parte de la protección social. La acumulación de desventajas para las mujeres tiene diversas consecuencias que afectan directamente su desarrollo y movilidad social, por ello, buscar su solución es inaplazable.

Movilidad social en México: hacia la
igualdad regional de oportunidades

Descarga el Informe de movilidad social en México 2019
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de la desigualdad de oportunidades.

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2019-05-24T13:07:54-05:00