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¡Por favor gaste, Sr. Presidente!

Julio Serrano*

Sé que va contra su ADN, pero en estos momentos de profunda crisis, López Obrador tiene que dejar atrás su ideología de austeridad y abrir la cartera del gobierno. Y no a medias. Si quiere evitar que el daño del coronavirus sea más grande de lo necesario, tiene que gastar en grande. 

Hasta ahora, el Presidente se ha rehusado a implementar medidas fiscales de la magnitud que amerita la enorme crisis que enfrenta el país. Ha anunciado algunas: el adelanto del apoyo a 8 millones de adultos mayores y un programa de créditos a pequeñas empresas, por ejemplo. Aunque positivas, son insuficientes. 

Para tratar de mitigar lo más posible la terrible crisis que se avecina se requiere de una bazuca. La mayoría de los países del mundo, conscientes de la gravedad del problema, han sacado sus armas económicas más potentes. Estados Unidos es el caso más representativo. La semana pasada, el gobierno anunció un paquete de ayuda fiscal —con apoyos tanto a personas como a empresas— de la friolera de 2.2 millones de millones de dólares. Para poner esta cifra en contexto, representa 10% de su PIB y casi dos veces el nuestro. Mientras tanto, el gobierno de López Obrador actúa con una preocupante tibieza. Los apoyos fiscales que ha anunciado son marginales. 

El Presidente puede pensar que es mejor mantener la disciplina fiscal; tomar el trago amargo ahora para después estar mejor posicionados para salir adelante, con finanzas públicas más sanas. Esto es un error. Keynes lo demostró hace casi un siglo. El daño que puede causar el no actuar con la determinación necesaria puede ser mucho más profundo y costoso que incurrir en grandes déficits en estos momentos. El aparato productivo puede quedar golpeado más de lo necesario y se pueden perder más trabajos. La realidad es que gastar ahora es la mejor inversión para el futuro que puede hacer el gobierno. 

Aquí López Obrador tiene que ir otra vez contra sus principios y extender el apoyo a empresas de todo tipo: pequeñas y grandes. Como escribí en este espacio la semana pasada: sin empresas no hay trabajos. 

Debo reconocer que el campo de maniobra del gobierno es reducido. Tiene poco dinero. Pemex, su principal fuente de recursos, está en serios problemas. La recaudación fiscal va a estar muy afectada, pero hay espacio. Se pueden abandonar obras como la refinería de Dos Bocas. Hay presupuesto sin ejercer. El gobierno sigue operando con un superávit primario. 

Es tiempo de abandonarlo e incurrir en un déficit significativo para financiar el apoyo a familias y empresas que se requiere durante la crisis. El nivel de deuda pública en relación con el PIB es relativamente bajo, por lo que el gobierno tiene margen para apalancarse. Sí, el costo será mayor dado el mayor riesgo país de México. Pero el no hacerlo sería más costoso. 

Nunca pensé que pediría a López Obrador que gastará más, pero en esta situación urge que renuncie a sus convicciones de frugalidad. Lo barato le puede salir muy caro al país.

* Consejo Directivo del CEEY

2020-04-01T13:45:31-06:00