Foto: Uno TV
Retrocesos en la Ciudad de México
Rodolfo de la Torre*
El Tercer Informe de Gobierno de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México describe dieciocho premios que han sido otorgados a la capital, pero omite mencionar que, entre 2018 y 2020, la pobreza de la metropoli se incrementó 9.2%, de tal forma que más de tres millones de sus habitantes se encontraron en esa condición, casi uno de cada tres, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Sin demerito de los reconocimentos recibidos, quizás es tiempo de concentrarse en los nuevos retos que el aumento en la pobreza representa para la capital.
Un elemento clave de la mayor pobreza de la Ciudad de México es el deterioro del derecho al acceso a los servicios de salud. El Coneval registra que entre 2018 y marzo de 2020, el porcentaje de personas con esta carencia aumentó de 20.1% a 21.9%, es decir, antes de que comenzara la presión sobre el sistema de salud de la capital por el COVID-19.
De marzo de 2020 a la segunda mitad de ese año, cuando las secuelas de la pandemia fueron evidentes, la proporción de personas sin acceso a servicios de salud llegó a 26.7%. Esto significa que del total del aumento en esta carencia, más de una cuarta parte no puede asociarse a la pandemia.
Otro descalabro notable es el aumento en la pobreza por ingresos. Los capitalinos que no pudieron comprar los satisfactores básicos, alimenticios y no alimenticios, aumentaron14% de 2018 a 2020. De esta forma 43.8% de la población de la ciudad tuvo ingresos insuficientes para atender sus necesidades fundamentales, más de cuatro millones de personas.
Más grave, sin embargo, es el aumento de la pobreza extrema por ingresos. La población que en la ciudad no ganó lo suficiente para comprar una canasta mínima de alimentos aumentó 86%. Antes, cerca de uno en veinte habitantes de la ciudad sufrían una aguda carencia de ingresos, esto aumentó a más de uno de cada diez.
La elevación en la pobreza por ingresos, general y extrema, se explica principalmente por una contracción de 8.9% en el indicador de actividad económica de la ciudad durante 2020 debido, fundamentalmente, a la pandemia. Sin embargo, desde el último trimestre de 2019 la actividad productiva de la capital venía deteriorándose, lo que significa que no todo el aumento en la pobreza extrema por ingresos es atribuible la crisis derivada del COVID-19.
También, hay retrocesos en los derechos sociales a la alimentación, a la educación y a la vivienda desde 2018, algunos previos a la irrupción de la pandemia. Lo grave de esta regresión es que se concentró en aquellos que ya sufrían considerables desventajas, lo que se tradujo en un aumento en la población en pobreza extrema de 163% en los últimos dos años.
Sin duda, hay que felicitar al gobierno de la Ciudad de México por la obtención de los premios que prominentemente destaca en su informe, pero también hay que condolerse de los cientos de miles capitalinos que han deteriorado sus derechos sociales y su ingreso, y cuya situación se ignora al rendir cuentas sobre el estado de la metrópoli.
Sobre todo, hay que dudar que la transformación que requiere la Ciudad de México avanza.
*Investigador en Desarrollo Social con Equidad del CEEY. Columna publicada originalmente en Arena Pública el 22 de septiembre de 2021.