Foto: CIEP

Salvavidas a deudores… y a bancos también

Julio Serrano*

Promovido como un paquete de apoyos a empresas y personas con problemas para pagar sus deudas en esta época de crisis, el nuevo programa de reestructuras presentado la semana pasada por la Secretaría de Hacienda representa también un salvavidas para los bancos. 

El programa me trae a colación la famosa frase del difunto J. Paul Getty, en algún momento el hombre más rico de mundo: “Si le debes al banco 100 dólares, es tú problema. Si le debes 100 millones, ya es problema del banco”. En este caso no se trata de un cliente que le debe muchos millones al banco, sino de millones de clientes que le deben relativamente poco, pero que en conjunto suman miles de millones. 

La magnitud de la crisis que estamos viviendo es una receta de defaults masivos. Cientos de miles de empresas están al borde de la quiebra (varias ya dejaron de operar); millones de personas han perdido gran parte de sus ingresos; se estima que la economía se contraiga 10 por ciento en el año. De no existir un programa de apoyo a deudores se podría presentar una quiebra generalizada, lo que desencadenaría una severa crisis en el sistema financiero. En particular, bancos chicos y medianos, cuyos clientes, por su tamaño, tienen mayor riesgo de no pagar, podrían colapsar. 

Nadie quiere un escenario así. Por esta razón, Hacienda y la banca lanzaron un programa en marzo pasado —justo cuando estalló la pandemia— que les permitía a deudores posponer el pago de intereses y capital durante seis meses y por la que, la semana pasada, anunciaron un nuevo paquete de apoyos crediticios que incluye la ampliación de plazos, la disminución de tasas de interés e, incluso, en ciertos casos, la quita de capital. Estos programas no podían ser posibles sin el apoyo de la CNBV, la cual estuvo dispuesta a relajar sus criterios regulatorios para permitirles a los bancos apoyar a sus clientes deudores sin tener que incurrir en ajustes contables que afecten demasiado su índice de capitalización (es decir, manejar una “contabilidad covid”). 

En los medios se ha retratado la iniciativa como un rescate a personas y empresas con problemas para pagar sus deudas a raíz de la crisis; con los bancos como benévolos facilitadores. Esta es solo una parte de la realidad. La otra es que, gracias al esquema de apoyo, los bancos pueden evitar —o por lo menos posponer— pérdidas masivas que habrían tenido que registrar por la falta de pago de millones de clientes. El programa les da el incentivo de reestructurar créditos sin afectar mucho su capital y sin obligarlos a generar las reservas correspondientes. Hace sentido. El problema es tan grande que dejó de ser solo de los deudores y pasó a ser también de los bancos. Cualquier iniciativa que beneficie a los primeros va a ayudar a los segundos. 

Habrá que estar pendientes del daño colateral: existe el peligro, por ejemplo, de perpetuar empresas zombis que estarían mejor muertas. Por lo pronto, el nuevo paquete sí es un respiro para deudores, pero también para los bancos. 

* Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 1 de octubre de 2020.

2020-10-01T09:34:27-05:00