Foto: Forbes
Urge mejorar la infraestructura del país
Julio Serrano*
Joe Biden, presidente de Estados Unidos, propuso recientemente un plan de infraestructura que costará la friolera de 2 millones de millones de dólares (trillones en inglés). Para poner esta cifra en perspectiva, representa casi dos veces el tamaño de la economía mexicana. López Obrador haría bien en impulsar un plan integral similar, aunque veo casi imposible que esto suceda.
Sí, el Presidente ha puesto en marcha varios proyectos de infraestructura, pero las necesidades del país son muy superiores y algunos de ellos distan mucho de ser óptimos. Por ejemplo, ¿para qué construir una refinería en Dos Bocas cuando existe capacidad de refinación disponible en el mercado, los márgenes de rentabilidad son bajos y la tendencia automotriz es hacia vehículos eléctricos? Sin duda necesitábamos un nuevo aeropuerto en la zona metropolitana de Ciudad de México, pero ¿por qué no construir uno de clase mundial que sirva de hub regional y que atraiga turismo y negocios por décadas?
Es cierto también que el año pasado se anunció con bombo y platillo, en colaboración con la iniciativa privada, un Plan Nacional de Infraestructura multimillonario que consistía en dos paquetes con decenas de proyectos detallados de inversión, pero estoy escéptico de cuántos de estos proyectos se van a convertir en realidad. Una cosa es lo que se anuncia y otra lo que se ejecuta. Además, la confianza de los inversionistas de largo plazo se ha mermado desde que se anunció el plan. Y aún cuando una buena parte se concrete, resultarán insuficientes para mejorar de manera sustantiva la deficiente infraestructura del país.
El gobierno puede compensar la falta de inversión privada incrementando la inversión pública, pero tampoco lo veo muy factible. De entrada, no hay dinero a raíz de la crisis. Puede pedir prestado, pero López Obrador ha reiterado en varias ocasiones su renuencia a hacerlo.
Esto es una pena. Para crecer hay que invertir y la inversión en infraestructura es de las más redituables. Hace unas semanas estuve en un pueblo en la costa de Jalisco con unas playas preciosas; un lugar que con buen acceso será un magneto de turismo nacional y extranjero. El problema es que para llegar al aeropuerto más cercano hay que utilizar una carretera con varios tramos que han estado en reparación por más de un año. El aeropuerto está poco conectado, con escasos vuelos diarios. La estación de gasolina más próxima al pueblo está a media hora. Por supuesto que este no es un caso aislado. Buena parte del país está mal conectada. Imagínese el auge en turismo, inversión y bienestar si se arreglaran las carreteras y se construyeran nuevas.
Ojalá que el Presidente recapacite. Con las tasas de interés tan bajas y la falta de empleo, este es un excelente momento para que el gobierno pida prestado y lance un programa integral de infraestructura. Cientos de poblaciones como la que visité en Jalisco se lo agradecerán. La economía del país también.
*Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 29 de abril de 2021.