Acceso y uso de productos financieros y la justicia social en México
Para avanzar una mayor justicia social en México y dada la falta de la seguridad social universal para todos los mexicanos, resulta fundamental para las familias tener acceso a productos de ahorro, crédito y seguros dentro del sistema financiero, a fin de pagar o complementar el gasto en servicios de salud y educación de calidad. De esta manera, la mayor y mejor inclusión financiera puede tener un impacto positivo en el bienestar socioeconómico de las familias y así avanzar una mayor justicia social.
Comportamiento irregular y tímido
De acuerdo con el libro The Little Data Book on Financial Inclusion 2018 del Banco Mundial, México está clasificado como un país de ingresos medios-altos con un ingreso nacional bruto per cápita de 9040 dólares. Sin embargo, el comportamiento financiero de la población no corresponde al de un país con este nivel de ingresos y, en términos generales, se asemeja más a las características de los países de bajos ingresos. De acuerdo con dicho documento, con cifras de 2018, México se encuentra por debajo de la media para América Latina y el Caribe en prácticamente todos los indicadores de inclusión financiera, tales como número de cuentas abiertas en instituciones financieras, cuentas de ahorro a través de dispositivos móviles, pagos por medios digitales, remesas domésticas no ligadas a cuentas de ahorro y contratación de crédito en el último año[PA4] . Consistente con lo anterior, es que la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2018 muestra que existen cerca de un 53% de adultos mexicanos que no están bancarizados.
Asimismo, la información recabada a través de la ENIF muestra la necesidad de desarrollar productos y servicios más acordes a las necesidades de los diversos grupos, en particular de las mujeres. Es importante facilitar a éstas, y en general a toda la población, el acceso a los servicios financieros, ya sea de manera física o por medio de dispositivos electrónicos e internet. El uso de un teléfono móvil es un área de oportunidad que podría ser fácilmente atendida: el ejemplo de la utilización de los monederos electrónicos en el África subsahariana y las ventajas que ha generado en la región, es un buen ejemplo.
Por lo que toca a los avances que se han tenido en inclusión financiera, es importante resaltar lo que –de acuerdo a la ENIF 2018- se han presentado en la emisión de tarjetas de crédito y débito, las cuales pasaron de 22 a 33 millones y de 75 a 145 millones, respectivamente entre 2010 y 2017. También en dicho periodo se han tenido incrementos en cuanto al número de contratos de captación lo cual ha permitido que al día de hoy el 99% de los municipios del país registre al menos un producto de ahorro. Por lo que toca a las terminales de punto de venta (TPV) hoy en día éstas cubren el 68% de los municipios.
Sin embargo, estos avances en el uso de los productos financieros en México son un tanto inestable, en cuanto a que están sujetos a fluctuaciones en factores tales como el crecimiento económico, el mercado laboral y el costo de los productos financieros y en cierta desconfianza del consumidor hacia las instituciones financieras y a las autoridades encargadas de su control y vigilancia. En ese sentido, y por lo que toca al sistema financiero, si se quiere avanzar la inclusión financiera con justicia social es necesario fomentar la competencia, mantener la estabilidad financiera, revisar los requisitos crediticios para flexibilizarlos e incentivar la equidad de género. También se debe generar regulación asimétrica que incentive la participación de más y diversas entidades financieras. Asimismo, para avanzar una sana inclusión financiera es importante fortalecer las capacidades de supervisión y vigilancia y establecer programas y políticas de educación. Todo esto ayudará a mejorar la confianza en el sistema financiero y fomentará la inclusión financiera para una mayor justicia social.