Foto: El Sol de México
AIFA: lejos de lo ideal
Julio Serrano*
No tengo nada en contra del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Al contrario, todo indica que está bien construido. La rapidez de ejecución —menos de tres años— es admirable. El Ejército merece un aplauso. El problema es que no es el aeropuerto que necesita ni merece México. Es una solución menor a un problema mayor y una oportunidad perdida.
Este año, el AIFA tiene programado transportar 2.4 millones de pasajeros, menos de 5% de los que atendió el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México antes de la pandemia. Y pese a que el plan es que la afluencia llegue a 19.5 millones para 2036, seguirá representando apenas 40% de la capacidad actual del AICM. Para intentar cubrir la creciente demanda, el AIFA y el AICM van a funcionar en paralelo; sin embargo, esto generará complicaciones de navegación. Y aun actuando juntos, estarán lejos de cubrir las necesidades de largo plazo del país. Como referencia, el aeropuerto de Texcoco iba a mover 135 millones de pasajeros anuales.
Un problema adicional es la lejanía y el costo para llegar a Santa Lucía. Los accesos al AIFA desde las zonas de mayor afluencia de Ciudad de México son complicados. Se escuchan bromas de que tomará más tiempo llegar en coche al aeropuerto que en avión al destino final.
Después está el desperdicio. Cancelar el aeropuerto de Texcoco, con una tercera parte terminada, costó más de 185 mil millones de pesos. Con este dinero se pueden construir un par de AIFAs. Al final se fue a la basura. Vale la pena hacer una pausa para digerir esta situación. El grado de irresponsabilidad es difícil de creer. Por si fuera poco, desde una perspectiva estratégica perdimos la oportunidad de convertirnos en un hub de aviación capaz de conectar América Latina con Estados Unidos, con la derrama económica que esto traería.
El Presidente justificó su decisión argumentando que las obras en Texcoco estuvieron plagadas de corrupción. No lo dudo, pero ¿por qué cancelarlo en lugar de castigar a los culpables y aprovechar lo construido? Si pensaba usar al eficiente Ejército, ¿por qué no meterlo para enderezar la obra? ¿Por qué escoger una alternativa subóptima por un simple capricho?
En la inauguración del lunes, tras declarar misión cumplida, López Obrador sostuvo que el AIFA constituye la esencia de la 4T. Tiene razón, aunque no desde la perspectiva positiva que él piensa. Lo sucedido con el aeropuerto es un ejemplo de muchos en los que su estrategia es destruir (en lugar de mejorar) para después adoptar una alternativa inferior de la que ya existía. Texcoco fue el pecado original, pero la fórmula se ha repetido en múltiples ocasiones: desde la reforma educativa hasta el Seguro Popular.
El Presidente puede convencer a la gente gracias a su enorme habilidad política (más de la mitad de los mexicanos respalda su decisión de cancelar Texcoco, de acuerdo con una reciente encuesta), pero los costos de decisiones como esta los pagaremos por generaciones.
*Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]. Columna publicada originalmente en Milenio el 24 de marzo de 2022.