AMLO: voy derecho y no me quito
Julio Serrano*
Quienes tienen la esperanza de que el Presidente rectifique el rumbo del país ante la crisis se van a llevar un gran desencanto. Dicha expectativa siempre ha dependido más de la ilusión que de la razón. Con los resultados de la última encuesta de popularidad de El Financiero —en la que más de dos terceras partes de la población aprueba el trabajo que está haciendo—, podemos disipar aún más cualquier duda: López Obrador va derecho y no se quita.
Vale la pena poner estos resultados en contexto. La encuesta se levantó el mes pasado, en pleno arranque de las medidas restrictivas que impuso el gobierno para combatir el coronavirus. La economía ya estaba en recesión y su deterioro se ha acelerado en las últimas semanas. Miles de dólares de inversionistas extranjeros —y otro tanto de nacionales— han abandonado nuestro país. El peso se ha devaluado más de 20%. Se estima que en abril se perdieron 700 mil empleos. La inseguridad se encuentra en un nivel alarmante. Marzo fue el mes con el mayor número de homicidios dolosos de lo que va del sexenio.
Bajo este negro panorama, López Obrador no solo logró mantener su alta popularidad, sino que la aumentó 8% respecto a marzo, para llegar a 68%. Increíble. Otras encuestas muestran resultados un poco menores, pero el promedio sigue siendo un altísimo 62% de aprobación. ¿Realmente pensamos que va a cambiar de rumbo? Al contrario. Estas cifras van a provocar que doble su apuesta en su proyecto de la cuarta transformación.
¿Cómo explicar la enorme popularidad del Presidente? Puedo pensar en algunas razones concretas: sus programas de ayuda a la población más necesitada —adelanto de pensiones a adultos mayores y créditos a pequeñas empresas, por ejemplo— pueden estar siendo bien recibidos. También le puede estar ayudando la presencia del Dr. López-Gatell. Más de la mitad de la población considera que el gobierno está haciendo un buen trabajo en salud.
Pero mi impresión es que la mayor parte de su popularidad se debe a la forma, no al fondo. El repudio a la corrupción es generalizado. La gente quedó harta de los excesos cometidos por la administración anterior. A tal grado, que está dispuesta a aguantar una crisis a cambio de tener un Presidente austero y honrado. Así de grande es el desgaste de la población.
Sin embargo, existe otro grupo con el que López Obrador no es popular. El contraste es marcado. En una encuesta reciente realizada a grandes inversionistas, 99% respondió que el Presidente no estaba tomando las medidas necesarias para proteger la economía de la crisis del coronavirus. Ese mismo porcentaje dijo que la situación actual es peor que la de hace un año. ¿A qué grupo le va a hacer caso López Obrador? (Es pregunta retórica.)
Se puede dar un escenario en el que conforme la crisis económica y de inseguridad se agraven, su popularidad con la población general disminuya y que esto detone una rectificación. Supongo que es posible, pero no apostaría en ello. El cambio tendrá que venir en las elecciones.