Desigualdad de oportunidades de empleo y género: el caso de Japón

Nina Tabuchi

Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social

En Japón se suele decir que «si te esfuerzas, puedes entrar a una buena empresa». De hecho, de acuerdo con el informe de World Economic Forum, Japón ocupa el 15° lugar de 82 países en el ranking de movilidad social (World Economic Forum 2020). Sin embargo, cabe cuestionarse si dicha movilidad es una realidad para todas las personas. Con respecto a lo anterior, el informe indica que Japón se posiciona en el 51° lugar en «proporción de las mujeres en mercado laboral con respecto a los hombres» (44.6) (World Economic Forum 2020). 

Asimismo, de acuerdo con el reporte de desarrollo humano de la Organización de las Naciones Unidas, entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Japón se posiciona en el 34° lugar en el ranking de la diferencia de ingreso nacional bruto estimado per cápita entre hombres y mujeres (24,600 $) (Organización de las Naciones Unidas 2018). En otras palabras, para las mujeres japonesas, hay menos oportunidades de empleo y, por consiguiente, de desarrollarse profesionalmente y tener mayores ingresos en la vida. Este ensayo presentará brevemente dos factores que impiden su movilidad social desde una perspectiva laboral.

En primer lugar, este ensayo sostiene que el estereotipo de género causa menos oportunidades de desarrollo profesional de las trabajadoras japonesas, lo cual resulta en la precariedad de las condiciones laborales y menor ingreso. En el país persiste la idea de que las trabajadoras son menos productivas que los trabajadores o que las mujeres eventualmente se dedican a las tareas de hogar (Ito 2001). Dada esta idea, las empleadas suelen tener trabajos con menor responsabilidad o se invierte menos en capacitación laboral hacia las mismas (Ito 2001). Estas condiciones eventualmente impiden que ellas tengan el acceso a los puestos más altos en trabajo.

Asimismo, el sistema de impuestos se basa en la idea tradicional de que, después del nacimiento de los hijos e hijas, los hombres continúan con su trabajo de tiempo completo y las mujeres cambian a trabajos temporales o de medio tiempo. El mismo sistema impositivo establece que si el ingreso anual de una persona no excede a 1,030,000 yenes, ésta no tiene que pagar los impuestos sobre la renta. Dado este factor, las mujeres tienen más incentivos para dejar su trabajo de tiempo completo y, como resultado, se interrumpe el desarrollo de su carrera profesional. Esto resulta en la desigualdad de trabajo y de poder económico entre los hombres y las mujeres y, de esta manera, menos movilidad social de las mujeres.

En segundo lugar, este texto identifica como una de las causas de la desigualdad de oportunidades de empleo entre hombres y mujeres a la falta de infraestructura que permite la continuación del trabajo de las mujeres a pesar del embarazo y la crianza de los hijos e hijas. Como respuesta a esta situación, el gobierno japonés propone una iniciativa «Balance de trabajo y vida», la cual consiste en la idea de crear una sociedad en la que las personas pueden hacer compatibles el trabajo y tareas del hogar con el fin de tener diversas opciones en la vida. A pesar de esto, en realidad no se ha establecido un sistema para que los trabajadores puedan ajustar las horas del trabajo. 

Por lo tanto, cuando las personas, normalmente las mujeres, quieren ajustar o disminuir las horas de trabajo, tienen opciones limitadas: dejar el trabajo de tiempo completo o cambiar a un trabajo con condiciones laborales menos favorables, como trabajo de medio tiempo o temporales (Nakai 2009). Estas prácticas persisten, dado que la gente piensa que éstas fueron la clave del éxito del desarrollo económico que experimentó Japón en la década de los setenta y los ochenta (Ito 2019). Como consecuencia, se interrumpe el desarrollo de la carrera profesional de las mujeres con hijos y la desigualdad económica entre las parejas se amplía.

En conclusión, los factores tanto culturales como sistemáticos causan la desigualdad de oportunidades de empleo entre hombres y mujeres y, como consecuencia, impiden la movilidad social de las mismas. El gobierno japonés se ha concentrado simplemente en aumentar el número de mujeres trabajadoras, sin importar la calidad de su trabajo. En lugar de lo anterior, el gobierno debería realizar cambios fundamentales como el de sistema de impuestos o implementar políticas públicas para que las mujeres trabajadoras puedan recibir trato igualitario (e.j. introspección externa), tener más acceso a posiciones laborales más altas (e.j. sistema de evaluación justa e incluyente) y no tener dificultad de continuar su trabajo a pesar de la crianza de sus hijos (e.j. licencia paternal y maternal obligatoria, aumento del número de kínderes).

Referencias:

Ito, K. (2001) «La realidad y tareas de políticas de género en la sociedad japonesa». La asociación japonesa de sociología de leyes, 117-129.

Ito, K. (2019) «Lo que impide la igualdad de género en Japón». Tendencia académica, 49-53.

Nakai, M. (2009) «Oportunidades de empleo, acceso a autoridad en trabajo y género». Revista de sociología, 699-715.

Organización de las Naciones Unidas (2018) Gender Development Index (Table 4). Obtenido de: http://hdr.undp.org/en/content/table-4-gender-development-index

World Economic Forum (2020) The Global Social Mobility Report 2020: Equality, Opportunity and a New Economic Imperative. Suiza: World Economic Forum.

2021-07-15T23:48:59-05:00