El peligro de que se radicalice AMLO
Julio Serrano*
Bajo presión, el Presidente ha demostrado una y otra vez que su tendencia es tomar decisiones carentes de fundamentos económicos. Lo hizo al inicio de su mandato cuando canceló un aeropuerto que hacía todo el sentido del mundo, una tercera parte construido, en el cual se tiró a la basura miles de millones de dólares de inversión. Lo volvió a hacer hace un par de semanas cuando canceló una planta cervecera que aportaría cientos de empleos, más de la mitad construida, en la cual se habrían invertido más de mil millones de dólares.
El último ejemplo tuvo lugar el domingo, cuando la nación esperaba un plan económico contundente para enfrentar la profunda crisis que se avecina por el coronavirus. Al igual que en los casos anteriores, el resultado fue decepcionante.
Desde que asumió el poder, las preguntas que nos hacíamos muchos eran cómo reaccionaría López Obrador si las cosas no salían como él quería; qué actitud asumiría en momentos de adversidad. La esperanza era que su lado moderado, pragmático, venciera al radical; que dejara a un lado su discurso polarizante y su aparente menosprecio a la clase empresarial para tomar decisiones por el bien de todo el país. Pues bien, esa esperanza parece estar desvaneciéndose. Ahora, el peligro es que cuando la situación se deteriore —que se va a deteriorar—, también se radicalice la postura del Presidente.
Los estragos económicos que traerá el coronavirus serán graves y la caída en el precio del petróleo solo los amplificará.
Analistas estiman una contracción severa de la economía en 2020. Bank of America, el más pesimista, anticipa una reducción del PIB de 8 por ciento. Tenemos que remontarnos a la Revolución para encontrar una cifra más baja. Ni en la crisis de 1982 ni en la de 1994 ni en la de 2009.
Es en las próximas semanas y meses que sentiremos la plenitud de la crisis. Se presentarán múltiples quiebras, el desempleo se disparará, el gobierno tendrá menos recursos disponibles. ¿Qué hará López Obrador ante un escenario como este? El domingo descartó apoyar de manera significativa al sector productivo y contratar deuda para estimular la economía. Propuso, en contra de lo que han hecho la enorme mayoría de los países ante la crisis, mantener sus medidas de austeridad.
Pero la presión solo irá incrementándose y el campo de maniobra reduciéndose. Ya hemos visto cómo han actuado otros presidentes al verse arrinconados. López Portillo, por ejemplo, en un momento de desesperación, decidió expropiar la banca. ¿Qué puede hacer López Obrador?
Uno de mis temores es que busque hacer uso de los recursos que le manejan las Afores a millones de trabajadores. Los montos son estratosféricos: alrededor de 200 mil millones de dólares a finales de febrero. En lugar de dejar que los manejadores privados decidan cómo y en dónde invertir los fondos —como contempla la ley—, el gobierno podría tomar control y dirigirlos a su discreción. No es descabellado pensarlo. En Argentina ocurrió. ¿Por qué no aquí?